136|Javier Puerto
3. Aspectos sociales y estéticos de la obesidad
3.1. Prehistoria
Durante la Prehistoria es difícil suponer la existencia de la obesidad por las
circunstancias en que se desarrolló. A partir del neolítico pudiera darse algún caso,
pero las circunstancias alimenticias y sanitarias lo hacen improbable. Pese a ello se
conservan varias pequeñas esculturas llamadas venus, la más conocida la de
Willendorf, tallada en piedra caliza, de unos 25.000 a.C (Museo de Historia Natural
de Viena) y también la de Lespugue, entre el 26.000 y el 24.000 a.C. (Museo del
Hombre de París) realizada en marfil de mamut o la de Laussel, esculpida en un
bloque de piedra caliza dura, de difícil datación (Museo de Aquitania en Burdeos).
Todas ellas son esculturas o tallas no realistas, en donde se representan, de
manera muy voluminosa, el abdomen, las nalgas y las mamas, con grandes
adiposidades. Generalmente se consideran símbolos de la fecundidad y de la
maternidad, acaso con intenciones religioso-‐mágicas, no plasmaciones artísticas de
la obesidad.
3.2. Grecia y Roma
En Grecia vimos como Hipócrates se ocupaba de la obesidad, lo cual nos
habla de su existencia y Platón (s. V-‐IV a.C.) reclama una dieta equilibrada y
moderada para mantener la salud, pues asocia la obesidad con la disminución de la
esperanza de vida; incluso en La República menciona la importancia de la dieta
(aunque puede referirse a la regla de vida en el sentido antiguo, no simplemente a
la nutrición) cuando pone el ejemplo del carpintero enfermo.
En la Grecia clásica la belleza era un valor importantísimo, en el cual estaba
incluida la formación intelectual, lo que llamaríamos belleza interior. En lo
material se relacionaba con la armonía y el canon de belleza se establece mediante
la proporción en las partes. Así entendido, la obesidad no tiene porqué ser fea, si es
armoniosa y esa armonía se conjuga con un buen desarrollo espiritual e
intelectual. Sin embargo la realidad de la escultura griega nos muestra personajes
masculinos bien formados y musculosos y femeninos también proporcionados, sin
excesiva delgadez ni gordura. Incluso su dios más carnal, Dionisio, el Baco de los
latinos se muestra como un joven hermoso y bien proporcionado en la estatua