La obesidad a lo largo de la historia |135
2.6. El ejercicio físico
Aunque el ejercicio se relaciona con el trabajo y, en las culturas católicas,
con el castigo, el saber inmemorial de los populares refranes nos indica la buena
consideración respecto a la salud que la actividad física tuvo entre los españoles:
quien suda a su salud ayuda, dice un refrán. Contra malos humores buenos
sudores, otro.
A principios del siglo XIX se vulgariza la gimnasia sueca como elemento de
mantenimiento de la salud por Pehr Henrik Ling, pero es en el siglo XX y en lo que
llevamos del XXI cuando cobra todo su auge.
Si la obesidad se considera fruto de la desviación en la balanza energética,
parece absolutamente razonable que, para evitarla, se incremente el consumo
mediante el ejercicio.
El primero en sugerir la idea, en 1907, fue Carl von Noorden, una autoridad
en obesidad y diabetes.
El paladín de esa postura fue Jean Mayer quien comenzó su carrera
profesional en Harvard, fue rector de la universidad de Tufts en donde se creó la
Jean Mayer USDA Human Nutrition Research Center on Aging. Empezó a ensalzar
el ejercicio como método de controlar el peso en 1950. Su influencia creció en
1960 y en 1966 el U.S. Public Health Service recomendó por primera vez la dieta y
el aumento de la actividad física como claves en la pérdida de peso.
En 1989 Xavier Pi-‐Sunyer, director del Roosevelt Hospital Obesity Research
Center de St. Luke, en Nueva York, luego de revisar los estudios existentes llegó a la
conclusión de que no se producía disminución del peso con el aumento de ejercicio
físico. Las directrices publicadas por la American Heart Association y el American
College of Sports Medicine, en agosto de 2007 consideran razonable que,
comparadas con las personas que consumen poca energía, las que tienen un gasto
de energía diario relativamente elevado tendrán menos posibilidades de ganar
peso con el tiempo, sin embargo afirmaban que hasta el momento, los datos que
apoyan esta hipótesis no son especialmente convincentes.