144|Javier Puerto
detuvieron, en 1791, le descalificaron por gordo, impotente y los revolucionarios
no tuvieron problemas para presentarle como un ser degenerado debido a su
gordura e impotencia.
3.7. El siglo XIX
Brillat-‐Savarin señala el exceso abdominal como un síntoma
específicamente masculino. Los vientres burgueses, con una adiposidad moderada,
tienen una buena consideración. Son activos y capaces de entrar en todo tipo de
luchas. Sin embargo los banqueros o los aristócratas excesivamente gordos,
carecen de cualquier tipo de consideración social. Rápidamente también el vientre
burgués cae en el descrédito. Los modelos de La Mode parisienne o el Journal des
tailleurs tiene un fuerte torso, un ancho de hombros exagerado, cintura marcada y
pantalones ceñidos, aunque la obesidad mediana sigue siendo bien aceptada, lo
que no sucede en el caso femenino para las cuales la delgadez y fragilidad siguen
siendo forzosas. Sin embargo a finales del XIX los modernos fisiólogos y
anatomistas afirman el desarrollo de la musculatura abdominal es la mejor
retención para la gordura.
Es el citado Brillat-‐Savarin quien a mediados del siglo XIX intenta crear una
guía del bien vivir, acorde con el epicureísmo clásico, en donde predominaría la
imagen del gourmet sobre la del comilón.
También en 1843 Paul Émile Daurant-‐Forgues y Jean Jacques Grandville, en
Las pequeñas miserias de la vida humana nos presentan el drama del obeso,
víctima de bromas y desaires y con un sentimiento constante de desgracia.
A partir de la última parte del siglo XIX se popularizan los trajes de baño y
los cuerpos gordos se convierten en objetivo de chanzas. También la moda
femenina varía y desaparecen las formas acampanadas que ocultaban la figura.
Para estigmatizar, aún más si cabe, la gordura, Cesare Lombroso, médico y
criminólogo italiano, iniciador de la frenología y del establecimiento de una
supuesta antropología del criminal nato, señaló entre los signos degenerativos de
criminales y prostitutas que el peso medio era superior al de quienes no lo eran y
las prostitutas adquirían con los años una corpulencia enorme, hasta convertirse
en monstruos obesos.