134|Javier Puerto
escalones, para determinar la obesidad. El anatomista de Montpellier, François
Boissier de Sauvages, aventura la cuantificación de las proporciones adiposas en su
Nosología. En la segunda mitad del siglo XIX las tablas de registros de pesos que
seguían haciéndose se someten al cálculo estadístico. En 1832, Auguste Quételet
ofrece unos cuadros y tablas en donde revisa las indicaciones de Buffon. Incorpora
la edad y el sexo, con lo cual a cada altura le correspondería un peso “normal”
establecido estadísticamente y distinto en los varones y las hembras.
Entre 1860 y 1880 Willian Banting y Louis Alexandre de Saint-‐Germain
ofrecieron sus propias escalas, con lo cual no se unificó el concepto de gordura.
Una misma altura de 1,68 metros para un hombre correspondía a un peso
“normal” de 63,5 kg. para Quételet y 84 Kg. para Saint-‐Germain.
En 1826 Jean Anthelme Brillat Savarin, en su fisiología del gusto establece la
necesidad de pesarse al principio y al final del proceso de adelgazamiento, sin
embargo la balanza sigue siendo excepcional y se utiliza como atracción en los
tenderetes de feria.
A partir de 1920 los anuncios estadounidenses proponen la balanza para
quienes desean reducir de peso de manera científica. Se hace más manejable, se le
añade una lupa que aumenta el tamaño de la aguja y del disco y se empieza a
considerar elegante y cómoda. En Francia se comienza a considerar algo
imprescindible en cualquier baño bien equipado y, de esa manera, se populariza su
uso en el mundo entero.
En España, desde principios del siglo XX la casa Bayer entregaba unas
cartillitas, hermosamente ilustradas, dedicadas a anotar el peso en las oficinas de
Farmacia. Las empleaba para hacer publicidad de sus medicamentos pero, sin
ninguna relación con los mismos, añadía algunos lemas relacionados con el peso;
desde: Hay que controlar su peso; controlando su peso controla usted su salud;
hasta: Línea bella…salud perfecta, en donde se identifica ya no sólo peso con salud,
sino con salud y belleza.