La obesidad a lo largo de la historia |133
En 1910 Marcel Labbé y Henri Stévenin constatan que la mayoría de los
obesos tienen un metabolismo basal normal y sólo una minoría lo tiene debilitado
por algún déficit endocrino como la insuficiencia tiroidea.
El primero de ellos, en 1929 afirmó: existe un mecanismo regulador, pero
ignoramos su núcleo.
A partir de entonces, y hasta la segunda guerra mundial trataron de
desentrañar las hormonas y enzimas que participan en la acumulación de grasa,
pero el paradigma del balance energético entre calorías ingeridas y gastadas es el
más ampliamente aceptado por la comunidad científica, aunque en la actualidad se
barajan nuevos planteamientos relacionados con ese mecanismo regulador del que
Labbé decía desconocerlo todo.
2.5. La irrupción del peso
Hasta el siglo XVII la gordura o delgadez era cuestión subjetiva. A partir de
ese siglo, Santorio, el inventor del termoscopio, antecedente del termómetro,
instala en su casa un balancín monumental. Subido en el mismo trabaja y come
para intentar determinar la ligereza o pesadez de su cuerpo a lo largo de un día o
de una estación. También Jean Héroard, el médico del futuro Luis XIII, apunta día
tras día el peso del alimento consumido por el Delfín.
En el siglo XVIII se incrementa la tendencia y aparecen tablas con registros
de pesos del cuerpo, de la comida y de las evacuaciones. Autores ingleses como
Bryan Robinson, John Linning o John Floyer, se dedican a esos menesteres. Jacob
Leupold, en 1726, renueva la balanza de Santorio y propuso un instrumento
reducido capaz de ser transportado. Un año antes, en París, un tal señor Desbordes
propuso instalar en los lugares públicos una especie de balanzas romanas para
pesar al público, como entretenimiento inocente, pero fue prohibido por la policía.
A mediados de siglo, John Wyatt inventó un aparato parecido a la balanza
romana, en cuya bandeja, ancha y horizontal, se podía colocar un ser humano o un
animal. George Louis Leclerc, Conde de Buffon, en un apéndice de su Historia
Natural (1777) establece una correlación entre estatura y peso, en cuatro