102|Francisco Sánchez Muniz y Bernabé Sanz
Proteínas
. En términos generales se potencia ligeramente (incluso en dietas
balanceadas) el consumo de proteínas con un aporte al total calórico medio del
20% (Tabla 1). Se consumirán alimentos proteicos de alto valor biológico como
pescados, mariscos, carnes magras, huevos, leche, cuidando de no incrementar la
ingesta grasa en particular de ácidos grasos saturados. Se busca con ello una buena
aceptabilidad del régimen, un elevado efecto termogénico, evitar la catabolia
excesiva de la masa magra y aportar una sensación adecuada de saciedad.
Los aminoácidos regulan la expresión génica modulando la transcripción y
la traducción. Algunos de ellos modifican la traducción modificando entre otros
aspectos la fosforilación de la proteína ribosómica S6. Ligado a ello, la vía de la
quinasa mTOR coordina los efectos anabolizantes de aminoácidos, insulina y otros
factores. Los aminoácidos, a través de inducir la actividad de la quinasa de la
proteína S6 de los ribosomas modulan la síntesis proteica, crecimiento de células
beta, mantenimiento del músculo esquelético, entre otros. Una ingesta excesiva de
proteínas ricas en triptófano con reducción paralela de los hidratos de carbono
induce elevación de los niveles de serotonina y puesta en marcha de apetito
específico de alimentos hidrocarbonados ricos en sacarosa, que dificultaría los
objetivos de reducción de peso.
Alcohol
. Debe prohibirse el consumo de bebidas de alta graduación, por su
elevado contenido calórico y por los efectos negativos que origina el alcohol sobre
el metabolismo, al limitar la utilización metabólica de macro y micronutrientes y
producir en casos extremos el síndrome de dependencia al alcohol. También son
evidentes los efectos negativos del consumo excesivo de alcohol sobre el
metabolismo de los triglicéridos y el incremento de la tensión arterial. La
inducción génica del etanol sobre las diferentes isoformas del sistema del
citocromo P-‐450 afecta a la metabolización de muchos xenobióticos exacerbando
la importancia de reducir el consumo de alcohol en el tratamiento de la obesidad.
Los beneficios posibles de la ingesta moderada o reducida de bebidas de baja y
mediana graduación alcohólica se deben a los polifenoles y a otras sustancias
antioxidantes que poseen, ya que elevan el efecto termogénico y mejoran el perfil
lipoproteico y pueden actuar como antioxidantes.