Importancia de la dieta en la obesidad |101
Por todo ello se vigilará el consumo de carne y productos cárnicos y leche
entera, entre otros, dada la recomendación de incrementar el consumo de
alimentos ricos en proteínas y la fácil asociación lipídico-‐proteica en ellos. La
relación grasa animal/grasa vegetal será por tanto baja. Se aconsejará sobre la
frecuencia de consumo semanal de algunos alimentos y sobre la forma de cocinado
de los mismos. La limitación del consumo de grasa saturada a un 10% y
preferentemente a un 7% de la energía total se debe a diferentes aspectos. Así, las
grasas saturadas incrementan la palatabilidad de los alimentos, reducen la señal de
leptina, promueven resistencia a la insulina, inducen menor efecto termogénico
que las grasas insaturadas, contribuyendo a la creación y estabilidad de los
depósitos grasos. Respetar el consumo de ácidos grasos insaturados (tabla 1) se
justifica dada la relación de los ácidos grasos poliinsaturados con factores de
transcripción como PPAR, SREBP, ChREBP, NF-‐kB, etc. Sirva de ejemplo que la
activación de PPAR-‐α estimula la oxidación de los ácidos grasos (beta oxidación
peroxisomal y mitocondrial) en tejidos caracterizados por la elevada utilización
como sustratos energéticos de los ácidos grasos (hígado, corazón, riñones, tejido
adiposo marrón), cetogénesis y desaturación de ácidos grasos. Por su parte los
ácidos grasos poliinsaturados omega-‐6 y omega-‐3 inducen la activación de los
PPAR-‐
γ
que induce la transcripción de la LPL y de transportadores de ácidos
grasos (FAT/CD36), activa la diferenciación de los adipocitos, aumenta la
expresión de adiponectina e inhibe la formación de citoquinas proinflamatorias.
Este último aspecto señala la importancia de cubrir los objetivos nutricionales
respecto a los ácidos grasos omega-‐6 y omega-‐3, dado que esta enfermedad se
considera de origen inflamatorio.
En la obesidad se producen niveles elevados de colesterol ligado a las LDL
que se incrementan, a su vez, por el consumo de grasa saturada. También debe
reducirse todo lo posible el aporte de ácidos grasos
trans
(<1% de la energía) dada
la también conocida relación de estos ácidos grasos con el incremento de la
resistencia a la insulina y el empeoramiento de perfil lipoproteico (elevan LDL,
Lp(a) y posiblemente VLDL, y reducen los niveles de HDL) (ver libro blanco de la
Nutrición en España).