Obesidad y balance energético|63
Y todo lo anterior a pesar de que los beneficios de la práctica regular de
actividad física se conocen desde la antigua Grecia. En el siglo XX, el avance del
conocimiento científico fue enorme, empezando con los estudios de JN Morris y RS
Paffenberger, que demostraron que la actividad física en el trabajo reducía la
incidencia de morbilidad y mortalidad por enfermedad cardiovascular. Estudios
posteriores en todos los grupos de edad han verificado estos resultados. Además,
se ha observado que incluso actividades a intensidades moderadas aportan
beneficios importantes para la salud, incluyendo una menor prevalencia de
sobrepeso y obesidad a todas las edades. La actividad física también es efectiva
para reducir la grasa abdominal (cuando la grasa se acumula en la zona del
estómago y cintura), que se asocia con un incremento del riesgo de padecer
diabetes o enfermedades cardiacas. Estudios poblacionales han demostrado que
hombres y mujeres físicamente activos tienen una relación cintura/cadera inferior
que sus pares sedentarios.
En definitiva, dentro del contexto de la Unión Europea se ha observado un
descenso de la actividad física y un incremento de las “actividades” sedentarias.
Nuestro país no se encuentra ajeno a esta situación, todo lo contrario, y habiendo
sido ejemplo de un estilo de vida activo en el entorno del Estilo de Vida
Mediterráneo en pasadas generaciones, se ha convertido en uno de los más
inactivos, ubicándose por debajo de la media europea, y a pesar de nuestras
excelentes condiciones climáticas.
¿Qué se puede y se debe hacer para lograr mantener
el balance energético?
En primer lugar, debemos ser conscientes de que probablemente no haya
otro caso en la ciencia de la nutrición y la fisiología en que nos encontremos con
una mayor diferencia entre lo que es la teoría (relativamente sencillo), y la
práctica, mucho más compleja y difícil de alcanzar y seguir. No obstante, debe
procurarse, y para ello quisiera en esta última parte del capítulo resumir lo que ha
constituido el primer Documento Consenso sobre Obesidad y Sedentarismo en el
siglo XXI: ¿qué se puede y se debe hacer?, publicado en septiembre del año 2013 en
la revista Nutrición Hospitalaria, como recapitulación e las contribuciones de un