Obesidad y balance energético|71
manera especial en la población infanto-‐juvenil y de edad avanzada. Por ello, los
programas de intervención deben considerar estos principios, transmitiendo de
manera rotunda que nunca es demasiado tarde para comenzar a llevar una vida
más activa. Igualmente, se insta a fomentar más investigación que permita
determinar de manera precisa la cantidad óptima de ejercicio físico (tiempo,
duración, intensidad), y en combinación con los comportamientos sedentarios
habituales de nuestra sociedad. Hay que utilizar los medios de comunicación y las
nuevas tecnologías en sensibilizar a la población para que sea más activa, e
informar tanto de los beneficios de llevar una vida activa y hacer ejercicio físico,
como de los peligros que conlleva el sedentarismo y la inactividad física para la
salud y la calidad de vida en general.
Las pautas de control de peso deberían basarse en la aproximación de la
dieta, actividad física y estilo de vida, al denominado “ideal teórico”, con especial
énfasis en los aspectos en los que el alejamiento respecto a lo teórico es mayor:
-‐ aumento de la actividad física
-‐ disminución del sedentarismo, incidiendo de manera especial en las
denominadas TICs
-‐ promoción de la lactancia materna y control de la alimentación y estilo de
vida en general, en la mujer gestante.
-‐ Mejorar el patrón dietético, a través de la promoción del consumo de los
alimentos que se toman en cantidad menor de la recomendada: verduras, cereales
integrales, frutas, legumbres, pescado.
-‐ También es importante que la ingesta de agua, la hidratación adecuada en
definitiva (facilita un mejor cumplimiento del balance energético), así como de
macro y micronutrientes y otros componentes no nutritivos de interés nutricional,
sea la adecuada.
-‐ Vigilar el horario y ambiente de las comidas, de manera especial el
desayuno. -‐ Disminuir el estrés laboral, familiar, y ambiental en general.