440| Francisco Sánchez Muniz
rápidamente el esquema terapéutico y vuelve a los esquemas incorrectos, ganando
rápidamente el peso perdido.
Muchos estudios a largo plazo señalan que la mayoría de los individuos que
han seguido dietas ganan virtualmente todo el peso que habían perdido después de
someterse al tratamiento reductor, independientemente de si habían mantenido o
no sus programas dietéticos o de ejercicio y que después de dos años de dieta, más
del 66% de ellos tenían pesos corporales más elevados que antes de empezar sus
tratamientos. En un estudio publicado en el Journal American Psychologist se
encontró que las dietas no producían cambios sustanciales de peso o a beneficios
de salud en la mayoría de los individuos. Sin embargo, otros estudios han señalado
que ciertos pacientes mantienen algo de sus pérdidas después de someterse a dieta
y que la pérdida ponderal, debida al uso de dietas clasificadas de no saludables,
puede incrementar ligeramente el nivel de mortalidad en individuos con peso
adecuado. Según el AESAN, las dietas muy restrictivas, muy bajas en calorías, aunque
consiguen que el peso disminuya a corto plazo, constituyen un riesgo inaceptable
para la salud ya que pueden:
Agravar el riesgo metabólico de las pacientes.
Provocar desnutriciones proteicas y déficit en vitaminas y minerales.
Desencadenar trastornos del comportamiento alimentario (anorexia y
bulimia), a veces de mayor gravedad que el exceso de peso que se pretendía
corregir. Producir efectos psicológicos negativos.
Favorecer el efecto rebote.
No olvidemos que obesidad es equivalente a adiposidad y cualquier
tratamiento que se precie debe reducir el peso a través de reducir casi
exclusivamente la adiposidad.