Segundo Curso Avanzado sobre Obesidad - page 87

Importancia de la dieta en la obesidad |87
secreción de insulina y por tanto la producción de leptina e inhibe la secreción de
ghrelina (Figura 3).
En los países desarrollados es muy común el aporte reducido de hidratos de
carbono y el exceso de grasa, hecho que se ha relacionado con el incremento de
obesidad observado en estos países. La relación está avalada entre otros aspectos a
que una dieta rica en grasa respecto a otra rica en hidratos de carbono es más
palatable, aporta por gramo más del doble de la energía, y promueve menor efecto
saciante. Los aspectos saciantes ya han sido comentados. El mayor aporte de
energía contribuye además a la estabilidad de los depósitos grasos sin
estimulación de la oxidación de ácidos grasos. La relación con la palatabilidad, ha
sido corroborada experimentalmente en modelos animales conocidos como “dietas
de cafetería”. En ellos se permite que el animal tenga acceso libre a su dieta, pero
también se le permite acceder a otros comederos donde existen alimentos muy
palatables con gran cantidad de energía y grasa. Los animales de cafetería,
duplican su ingesta, e incrementan el peso corporal, que no es controlado a pesar
de la respuesta elevadora de leptina que se produce.
Entre los mecanismos implicados por la palatabilidad se ha encontrado en
animales que reciben dietas altamente palatables (alta en grasa y sacarosa) una
elevación de la expresión del NPY en el núcleo arquedo (Figura 3 y 4). Ya se ha
comentado que el NPY es un potente orexígeno. También se encuentran implicados
los opiáceos internos. En un estudio publicado en PLoS One en el que los animales
de experimentación escogían dietas conteniendo patatas fritas frente a dietas con
cantidades equivalentes de grasa e hidratos de carbono o pienso, presentaban más
activas sus áreas cerebrales de recompensa, placer y adicción que aquellas otras
que escogían las otras dietas.
La obesidad puede producirse también por alteraciones en la adipogénesis
debidas al consumo de energía, pero preferentemente al de grasa saturada. La
capacidad potencial para originar nuevos adipocitos permanece durante toda la
vida, y puede activarse por el tamaño, frecuencia y composición de la dieta y por
otros factores ambientales. Cuando se instaura en el organismo una desviación de
sustratos energéticos procedentes de la dieta al tejido adiposo, puede originarse
un aumento de la adiposidad, alterándose el equilibrio entre la lipogénesis y la
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