338|José A Gutiérrez Fuentes
En los sujetos obesos y en los roedores obesos, la acumulación de macrófagos
derivados de la médula ósea se correlaciona mucho con el peso corporal, el IMC y
la grasa corporal total. La acumulación de macrófagos y la inflamación en el TA son
procesos dinámicos controlados por múltiples mecanismos. La investigación del
papel de los macrófagos en la biología del TA y de los mecanismos implicados en
su reclutamiento y activación en la Ob proporcionarán puntos de vista útiles para
la obtención de nuevos enfoques terapéuticos de las enfermedades que cursan con
RI.
En este contexto, varias investigaciones recientes han explorado la
interferencia entre moléculas proinflamatorias y antinflamatorias dentro de la
población especializada de macrófagos tisulares proinflamatorios. Algunas se han
centrado en receptores específicos acoplados a la proteína G (GPCR, del inglés
G
protein-‐coupled receptors
) que son moléculas transmisoras de señales importantes
que intervienen en diferente aspectos de las funciones celulares. Por ejemplo, se ha
demostrado el efecto antinflamatorio de GPR120 bajo el estímulo de ácidos grasos
omega-‐3 (AG
Ω
-‐3), ácido docosahexaenoico (DHA) y ácido eicosapentaenoico
(EPA), que promueve la sensibilización frente a la insulina y mejora la RI en la Ob.
Otros estudios se han centrado en los mecanismos subyacentes a los
trastornos vasculares mediados por la Ob y han revelado que los adipocitos y el TA
secretan abundantes proteínas inflamatorias que median la aterogenia y, lo que es
más significativo, un descenso en la cantidad de la potente adipocina
cardioprotectora («anti-‐RI»)
adiponectina
. Estos hallazgos pueden ayudar a
explicar la estrecha correlación que hay entre las consecuencias patológicas
vasculares del SM y el aumento de la Ob visceral. Además, la mayoría de los
resultados recientes de intervenciones terapéuticas anti-‐Ob y antinflamatorias
corroboran esta relación causal.
El origen y progreso de la inflamación en el TA es complejo y no se conoce
del todo. Algunos datos indican que la inflamación que tiene lugar durante el
proceso de «expansibilidad» de las células grasas se inicia por la influencia de un
grupo de señales extracelulares entre las que se encuentran citocinas, un flujo
excesivo de nutrientes (lípidos, glucosa) o los «mediadores» intracelulares