Dieta y riesgo de enfermedades cardiovasculares|329
En la actualidad se producen anualmente en España más de 125.000
muertes y más de 5 millones de estancias hospitalarias por ECV, y estas son la
primera causa de muerte y hospitalización en la población española. Hay un gran
número de personas asintomáticas que están en grave riesgo de presentar un
evento cardiovascular por ser portadoras de dos o más factores de riesgo. En más
del 60% de los casos no se controlan adecuadamente estos factores de riesgo y las
mejoras en este campo siguen siendo escasas. Más de un tercio de los pacientes
con infarto agudo de miocardio muere antes de llegar al hospital sin recibir
tratamiento eficaz. Como consecuencia de esta situación, la incidencia y la
mortalidad coronarias no han mejorado de forma apreciable en las últimas
décadas en España. La mejor forma de afrontar esta situación es potenciar la
prevención primaria de la ECV.
Existe un conjunto de factores de riesgo relacionados con las ECV. Se han
señalado como tales, además de la edad, el sexo masculino y la historia familiar, la
hipertensión arterial, la obesidad, el hábito tabáquico, la diabetes, la inactividad
física y la dislipemia (colesterol elevado, colesterol unido a lipoproteínas de alta
densidad —HDL— disminuido). Un condicionante primordial de riesgo de las ECV
se encuentra en la composición de la dieta. En este sentido, el primer estudio
prospectivo que analizó la relación entre dieta y enfermedades cardiovasculares
en 16 cohortes de varones procedentes de 7 países diferentes fue publicado en
1970 por Keys. El estudio se llevó a cabo en Yugoslavia, Italia, Grecia, Finlandia,
Holanda, EE.UU. y Canadá, y mostró que las poblaciones del área mediterránea y
Japón tenían menor mortalidad cardiovascular que las de los países del norte de
Europa y EE.UU. Los resultados de este estudio pusieron de manifiesto la relación
entre la ingesta de grasas saturadas, el colesterol y la enfermedad coronaria.
Veinticinco años más tarde, la mortalidad por enfermedad coronaria en
estas mismas cohortes presentaba una relación lineal con los niveles de colesterol,
con un incremento relativo de las tasas de mortalidad por enfermedad coronaria al
aumentar la concentración de colesterol. Se observaban, sin embargo, importantes
diferencias en las tasas absolutas de mortalidad por enfermedad coronaria
correspondientes con un determinado nivel de colesterol, lo que indicaba que