Dieta y riesgo de enfermedades cardiovasculares|327
aplicaciones industriales, tratamientos de diferente índole, ya dietéticos, ya
orientados al ejercicio físico o a la búsqueda de medicamentos útiles.
De nuevo, datos de los EEUU muestran un gasto anual en medicamentos o
técnicas quirúrgicas para el tratamiento de la obesidad que supera los 4.000
millones de dólares, en tanto el mercado de remedios OTC para la pérdida de peso
supera anualmente los 50.000 millones.
Ahora bien, conceptualmente hablando, el tratamiento de la obesidad no
debería suponer un grave problema. Conocemos desde hace muchos años la
manera de afrontarlo: tan simple como procurar un adecuado balance energético,
en el sentido de ingresos
vs
gastos. Esta simplificación ha llevado a considerar la
obesidad como un problema personal fundamentado en la falta de voluntad de
cada uno para mantenerse en su peso ideal. Sin embargo, hoy, este concepto está
cambiando dramáticamente y alejando del individuo la exclusiva “culpabilidad”.
En los EEUU el comité asesor del
2010 Dietary Guidelines for Americans
,
señala a la obesidad como “la mayor amenaza para la salud pública”, y pone de
relieve que “las recomendaciones dietéticas básicas no han variado
sustancialmente en los últimos 30 años..”, pero añade que “cada vez se ha hecho
más difícil comer bien..” Y continúa, “mientras no se cambie el entorno alimentario,
a las personas les resultará muy difícil seguir las guías o recomendaciones
dietéticas..” En el Reino Unido, el
UK Foresight Report
envía un mensaje similar: “la
obesidad es una de las cargas del mundo moderno, en el que los alimentos de alto
valor o densidad calórica resultan abundantes y las tecnologías que ahorran
trabajo (físico) proliferan..” En este entorno, “el exceso ponderal perjudicial para la
salud se hace frecuente en relación con la elección individual de la dieta, el
ejercicio dejado de practicar y el llamado estilo de vida”. Nos enfrentamos, por
tanto, a una red compleja de factores sociales y biológicos que nos hacen
vulnerables a la ganancia de peso, y ello hace que el objetivo deba orientarse a
limitar el ambiente “obesogénico” en que vivimos inmersos y al que estamos
expuestos.