An. Real. Acad. Farm. vol 80 nº 3 2014 - page 142

M.Almagro-­‐Gorbea
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vasco-­‐iberistas mantenían Pedro Pablo de Astarloa (1752-­‐1806), que publicó en
1804 sus
Reflexiones filosóficas en defensa de la lengua vascongada
o J. B. Erro, cuya
obra
Alfabeto de la lengua primitiva de España
(1806) se tradujo al Francés e Inglés,
lo que evidencia el interés suscitado, aunque defendía que el vasco era la lengua
más antigua del universo por ser la originaria del Paraíso e incluso llegó a escribir
que el origen del alfabeto griego estaba en Euskadi
82
. Y, aunque con más rigor y
conocimientos, las mismas ideas defendía el políglota Hervás y Panduro en su
Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas
(1804), con quien tuvo estrecho
contacto Humboldt durante su estancia en Roma
83
.
Los eruditos vascos despreciaron las críticas del vasco-­‐iberismo de los
historiadores ilustrados, como Gregorio Mayans y el P. Flórez, o las de miembros de
la Real Academia de la Historia, como J. Tragia y José Antonio Conde. Mayans, una
de las mentes más preclaras de la Ilustración española, al que el propio Larramendi
considera como autoridad, pero a quien no llegó a conocer Wilhelm von Humboldt,
ironizó sobre una inscripción vasca en un alfabeto desconocido publicada por
Larramendi, y José Antonio Conde, Anticuario de la Real Academia de la Historia,
que sabía latín, griego, hebreo, árabe, persa y turco, en su
Censura crítica de la
pretendida excelencia y antigüedad del vascuence
, publicada en 1804, ironizaba
sobre los que, sin conocimientos lingüísticos, afirmaban que la lengua vasca era la
más antigua del mundo
84
.
Este era el ambiente intelectual del País Vasco que conoció Wilhelm von
Humboldt. Sin embargo, a pesar de su profunda formación, quizás influido por sus
ideas románticas y fascinado por la lengua vasca, que consideró una de las más
perfectas por su estructura y fuerza expresiva
85
, desconoció las críticas de los
requiere comentarios, pues da perfecta idea del ambiente cultural:
A nuestro gran hacedor, los Escaldunes, de
su mano y sujeción le erigimos esta tabla sólida de metal, al tiempo que se nos han entrado la primera vez los
extranjeros de diferente lengu , para d r a ent nder a nu stros venideros que adoramos y muy de veras a uno
solo, y no como estos huéspedes, a tantos mentirosos y ridículos dioses.
M. Almagro-­‐Gorbea, 2008,
Los orígenes
de los Vascos
, Madrid, pp. 23 s.
82 Para estos escritores, J. R. Zubiaur, 1990,
op. cit
. n. 77; J. J. López Antón, 2000,
Escritores carlistas en la
cultura vasca. Sustrato lingüístico y etnográfico de la vasconia carlista
, Pamplona, p. 16; M. Almagro-­‐Gorbea,
2008,
op. cit
. n. 81, pp. 23 s
.
83 M. Batllori,
op. cit
. n. 64; M. Breva-­‐Claramonte, 2008, “Lorenzo Hervás (1735-­‐1809) y la tipología lingüística
moderna”, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, señala cómo Humboldt utilizó la obra de Hervás, que
juzga con dureza por recoger muchos datos con poco método (
GS
, 5, p. 2), pues minusvalora a sus
predecesores para engrandecer sus aportaciones, hecho frecuente en la historia de la ciencia. Para la
biografía de Hervás,
Diccionario Biográfico Español
, XXVI, 2011, pp. 205-­‐208.
84 G. Mayans i Siscar, 1756 (1999),
Introductio ad veterum inscriptionum historiam litterariam
(L. Abad y J. M.
Abascal, eds.,
Bibliotheca Archaeologica Hispana 4)
, Madrid, p. 96: “
quien afirma haber leído una lámina de un
metal desconocido escrito en caracteres desconocidos más antiguos que los romanos, cartagineses, griegos y
fenicios, no dudo que hubiera leído también el libro de Henoch, en caso de que hoy existiera”
… J. Traggia, en el
Diccionario geográfico histórico de España
, Madrid, 1802, replicado por P. P. de Astarloa, 1803,
Apología de la
lengua bascongada o ensayo crítico filosófico de su perfección y antigüedad sobre todas las que se conocen, en
respuesta a los reparos propuestos por el Diccionario geográfic histórico de España
, Madrid;
Id
., 1804,
Reflexiones filosóficas en defensa de la Apología de la lengua bascongada o Respuesta a la Censura Crítica del
Cura de Montuenga
, Madrid; Para esta polémica, M. Almagro-­‐Gorbea,
op. cit
. n. 82, pp. 26 s.
85 A. Farinelli, 1922,
op. cit
. n. 70, señala que “algo nuevo se había despertado en la conciencia del sabio: el
reconocimiento de su inclinación natural al estudio de las lenguas, fundado en el estudio del carácter y del
alma de los pueblos… Le servirá el vascuence como fundamento de sus estudios, por lo que debía
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