An. Real. Acad. Farm. vol 80 nº 3 2014 - page 132

M.Almagro-­‐Gorbea
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caracterizan a un pueblo proceden de sus raíces históricas
23
, en un proceso de
“longue durée”. Discute la supuesta inferioridad americana planteada por Buffon y
otros autores
24
y, al analizar el origen y evolución de los pueblos indígenas de
América, plantea la antigüedad del hombre americano, que consideraba de origen
asiático mongoloide, dentro de la unidad biológica y cultural del género humano;
también valoró las relaciones culturales entre Asia y las altas culturas de México y
Perú, según dedujo del estudio de los cronistas españoles y del análisis comparado
de monumentos, jeroglíficos, instituciones, cosmogonías e ideas religiosas
25
. Su
visión era determinista respecto al medio natural, por influjo de Winckelmann y
Goethe
26
: “No puede desconocerse que el clima, la configuración del suelo, la
fisonomía de los vegetales, el aspecto de una naturaleza risueña o salvaje influyen
en el progreso de las artes…; influencia más sensible a medida que el hombre se
encuentra más apartado de la civilización”
27
.
La Arqueología en la América hispana se había desarrollado notablemente a
lo largo del siglo XVIII, impulsada por el descubrimiento de Pompeya por Carlos III,
el “Rey Arqueólogo”
28
. Esta novedosa Arqueología hispanoamericana había
permitido romper el marco del mundo clásico y convertirse en una ciencia
histórica universal
29
. Humboldt, al describir unas impresionantes esculturas
procedentes del Templo Mayor descubiertas en 1790 y 1791 bajo la Plaza Mayor de
México, la
Coatlicue,
la
Piedra de Tizoc
y la
Piedra del Sol,
sigue la interpretación de
Antonio de León y Gama
30
y de Guillermo Dupaix, según indica en su
Diario.
Considera que la Piedra del Sol sería una
piedra de sacrificios por donde corría la
sangre. No sería extraño que, como se sacrificaban los prisioneros a los dioses, se
hubiera adornado la piedra de sacrificios con los triunfos del rey”. Sin embargo,
José Alcina y otros investigadores actuales han criticado la visión arqueológica
sobre América de Humboldt, sin dejar de reconocer sus méritos
31
. En su viaje por
México visitó Cholula, pero se observa cierto desinterés por visitar yacimientos
importantes, como Teotihuacán o Xochicalco, en los que recurrió a utilizar las
23 A. von Humboldt, 1992,
Cristóbal Colón y el descubrimiento de América
, Caracas, p. 14.
24 A. Gerbi, 1978,
La naturaleza de las Indias Nuevas. De Cristóbal Colón a Gonzalo Fernández de Oviedo
. México.
25 Destaca la influencia de José de Acosta; cf. S. Rebok, 2005, “Alejandro de Humboldt y el modelo
interpretativo de José de Acosta”, en J. J. Saldaña, ed.,
Science and Cultural Diversity. Proceedings of the XXIst
International Congress of History of Science
, México, 2001 (publicado en CD); id., 2009,
Una doble irada.
Alexander von Humboldt y España en el siglo XX
, Madrid, pp. 97-­‐109.
26 Carta del 3.1.1810, Humboldt a Johann Wolfgang von Goethe.
27 A. von Humboldt, 2010,
op. cit
. n. 18, p. 53.
28 M. Almagro-­‐Gorbea, 2012, “Carlos III y Pompeya en la Historia de la Arqueología”
,
en M. Almagro-­‐Gorbea,
ed.,
Pompeya, catástrofe bajo el Vesubio
, Madrid, pp. 342-­‐351.
29 M. Almagro-­‐Gorbea y J. Maier, eds., 2013,
De Pompeya al Nuevo Mundo. La Corona Española y la Arqueología
n el siglo XVIII (Antiquaria Hispánica 23),
Madrid.
30
Diccion ri Bi gráfico Español,
XXIX, 2012, pp. 437-­‐439.
31 J. Alcina Franch, 1995, Arqueólogos o Anticuarios. Historia antigua de la Arqueología en la América
Española, Barcelona, pp. 125-­‐131; J. Labastida, 1971, “Las aportaciones de Humboldt a la antropología
mexicana”,
Revista de la Universidad de México
, pp. 9-­‐15;
id
., 1995, en “Introducción” de la edición de
Vistas
de l s Cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América de Alexander von Humboldt
, México, pp.
19-­‐71.
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