An. Real. Acad. Farm. vol 80 nº 3 2014 - page 129

Wilhelm y Alexander von Humboldt y la cultura española
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interesado por el progreso de las ciencias e impulsor desde la Real Academia de la
Historia de la
Real Cédula de 1803
, que puede considerarse la primera legislación
sobre Patrimonio Histórico de Europa
8
, y le pedía que hiciera llegar una memoria a
Carlos IV para apoyar el viaje de Humboldt y Bonpland. La solicitud suscitó el
interés de la corte española y, con el apoyo de Urquijo
9
, el Rey les concedió
pasaportes muy generosos y cartas de recomendación para viajar a América con
sus instrumentos, pues el viaje iba a permitir grandes avances en el conocimiento
científico de la Naturaleza. También recibían el encargo, por escrito, de recolectar
plantas y minerales para museos y jardines botánicos españoles
10
y el permiso
para estudiar las minas, cuyo interés económico lógicamente era muy valorado por
el gobierno español.
Alexander narra estos hechos así: “fui presentado a la corte de Aranjuez, en
el mes de marzo de 1799. El rey se dignó acogerme con bondad. Le expuse los
motivos que me inducían a emprender un viaje al nuevo continente y a las islas
Filipinas, y presenté una memoria sobre esta materia al secretario de Estado. El
caballero de Urquijo apoyó mi solicitud y logró allanar todos los obstáculos. El
proceder de este Ministro fue tanto más generoso cuanto no tenía yo nexo ninguno
personal con él. El celo que mostró constantemente para la ejecución de mis
proyectos no tenía otro motivo que su amor por las ciencias. Es un deber y una
satisfacción para mí consignar en esta obra el recuerdo de los servicios que me
prestó”. Humboldt comprendió la importancia de esta generosa colaboración, que
les garantizaba protección y ayuda en América, pues “Nunca había sido acordado a
un viajero permiso más lato; nunca un extranjero había sido honrado con mayor
confianza de parte del gobierno español”
11
. Alexander declaró al
Journal de
Bordeaux
que el viaje fue costeado por él, pero el Rey de España le permitió
realizarlo y le proporciono un apoyo logístico que suponía una “considerable
aportación económica” con el consiguiente ahorro de costes, a lo que se añadía el
apoyo que suponían los funcionarios y gentes locales, al alojarles, acompañarles y
auxiliarles en las exploraciones. Además, sus contactos personales le facilitaban
sus objetivos, pues su habilidad diplomática, como la de su hermano Wilhelm, le
ayudó a moverse en la sociedad aristocrática del Viejo Régimen para obtener los
apoyos necesarios. Humboldt comentó a Friedländer “las ventajas de su alianza
financiera con Iranda”, marqués de origen guipuzcoano del Consejo Real de
Hacienda, que era uno de los comerciantes más ricos de España, pues controlaba
8 J. Maier, “La Corona y la institucionalización de la arqueología en España” en M. Almagro-­‐Gorbea y J. Maier
(eds.),
De Pompeya al Nuevo Mundo: la Corona española y la Arqueología en el siglo XVIII
, Madrid, 2012, 332-­‐
360.
9 Urquijo siguió en contacto personal con Humboldt, pues en 1816 le escribió interesándose por sus trabajos..
10 J. Miranda,
Humboldt y México
, México, 1995, p. 98; A. Melon,
op. cit
. n. 5, p.48.
11 A. de Humboldt y A. Bonpland, 1991,
Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente
, Caracas, 1, p.
54.
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