An. Real. Acad. Farm. vol 80 nº 3 2014 - page 143

Wilhelm y Alexander von Humboldt y la cultura española
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ilustrados españoles, con los que no parece haber tenido interés en entrar en
contacto ni cita sus obras, ignoró la polémica y adoptó las tesis goropianistas del
vasco-­‐iberismo de los eruditos vascos
86
, aunque abandonó el “tubalismo” pues
buscó apoyarse en el carácter primitivo de la lengua vasca.
Sus ideas se plasmaron básicamente en dos obras. Entre 1807 y 1811
redactó su primer trabajo sobre la lengua vasca, las
Berichtigungen und Zusätze
zum ersten Abschnitt des zweiten Bandes des Mithridates über die cantabrische oder
baskische Sprache
87
. Estas “correcciones y adiciones”, editadas en 1817,
mejoraban la descripción del vascuence en el
Mithridates
, gran enciclopedia
lingüística fundada por J. Chr. Adelung, y ofrecían un breve diccionario y un primer
esbozo de gramática.
En 1821 publica
Prüfung der Untersuchungen über die Urbewohner
Hispaniens vermittelst der Vaskischen Sprache
(“Examen del estudio sobre los
primitivos habitantes de Hispania a través de la lengua vasca”)
88
. Este estudio
fundamental, que consta de 50 apartados, representa uno de los primeros ensayos
en lingüística histórica a partir del análisis de la lengua vasca y ofrece la primera
reconstrucción científica de los pueblos prerromanos de la Península Ibérica por
medio de su historia lingüística. Sin embargo, en esta obra Humboldt adoptó el
vasco-­‐iberismo de los eruditos vascos, pues defiende que "
el euskera es la lengua
más antigua de Europa
" y que “
los antiguos iberos eran vascos que hablaban el
idioma actual o uno análogo y que habitaban todas las regiones de España
” antes de
las invasiones de celtas y romanos, de acuerdo con las interpretaciones
“invasionistas” de la época, tesis que creyó confirmar con los topónimos de
montañas, ríos, valles y con los apellidos o gentilicios familiares.
Su
auctoritas
difundió el “vascoiberismo” como axioma científico por toda
Europa, lo que ha repercutido negativamente al retrasar más de un siglo el avance
de estos estudios y al mantener que en la
Hispania
prerromana sólo se hablaba la
lengua ibérica, de la que procedía el vasco, lengua que se debía utilizar para leer las
inscripciones prerromanas. Este vasco-­‐iberismo de Humboldt puede explicar el
escaso eco que su obra tuvo en España desde el siglo XIX
89
, ya que en nuestro país
existían mentes críticas que no aceptaban el vasco-­‐iberismo, excepto en el País
Vasco, donde se cultivaba por coincidir con su ideología. En esta línea, frente a la
tradición erudita de la ilustración española, que ya había valorado la epigrafía
investigarse el vascuence para llegar a las primeras fuentes de las lenguas de Europa...”. Sobre Humboldt y la
lengua vasca,
vid
.
supra, op. cit
. n. 57; Quelle, 1935,
op. cit
. n. 65.
86 W. von Humboldt, 1821,
op. cit
. n. 55, p. 128.
87
Op. cit
. n. 55.
88 Bien analizada por J. de Hoz, 2013,
op. cit
. n. 65.
89 M. Rodríguez de Berlanga, 1881:
Los bronce de Lascuta, Bonanaza y Aljustrel
, Málaga, pp. 56 s.; J. Caro
Baroja, 1982,
op. cit
. n. 70, pp. 1-­‐61; S. Pastor, 2004, “Humboldt, Schuchardt y Menéndez Pidal: tres
momentos del vascoiberismo”,
V Congreso de Lingüística General, León-­‐2002
, Léón, III, pp. 2211-­‐2224.
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