428| Francisco Sánchez Muniz
Por tanto cabe pensar que las dietas milagro están relacionadas o van a
producir algo que es imposible o difícil de creer, van a originar un hecho no
explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural, de
origen divino. El ser humano actual, rodeado de comodidades, de una situación de
relativa gran estabilidad, ha perdido, en muchos casos, la visión jerárquica de sus
valores y necesita creer en algo que llegue a ser inesperado, improbable y que
pueda a él “ocurrirle y salvarle”.
Desde hace unos 50 años, las dietas “milagrosas” se han convertido en algo
tremendamente cotidiano y aceptado en la sociedad actual. Son siempre
variaciones sobre un mismo tema cuyo reclamo publicitario se basa en enormes
promesas difíciles de creer, planteadas con gran imaginación y no exentas de
peligro. Zamora y Pérez–Llamas textualmente señalan “La presión social en
relación con la imagen corporal, el deseo de poseer cuerpos estilizados y el miedo a
engordar presentes en la sociedad actual, han dado lugar a proliferación de mitos y
errores sobre los alimentos supuestamente adelgazantes, a la aparición de dietas
milagrosas y de complementos dietéticos con resultados mágicos sobre la pérdida
de peso”.
Dietas adelgazantes. Dietas Milagro
Como comentamos en el capítulo “Importancia dieta en la obesidad” existen
diferentes tipos de dietas que se utilizan en el tratamiento y prevención de
obesidad. Todos los regímenes no tienen los mismos principios, algunos pueden
llegar a ser peligrosos, otros son poco compatibles con una vida social o con
tratamientos a largo plazo. Pero todos incluso los que concilian eficacia, equilibrio
y convivencia necesitan esfuerzos para procurar un adelgazamiento duradero y
evitar el efecto rebote. Algunas de ellas parecen más aconsejables, habiendo ya
definido en ese capítulo qué objetivos y qué tipo de dietas parecen más razonables
y como abordarlos, junto con los peligros metabólicos que implica el consumo de
dietas erróneas. Muchos de estos esquemas dietéticos carecen de base científica
contrastada y responden a meras opiniones, muchas de ellas totalmente peligrosas
y absurdas.