Page 355 - Medicamentos fantásticos
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También recomienda las cenizas del cuerno de ciervo para la
disentería, restañar la sangre del pecho, la ictericia, las flaquezas del
estómago y otras mil aplicaciones; incluso mitiga el dolor de las muelas al
salir si se pone en la boca vinagre en donde hubiera hervido y, desde luego,
el cuerno quemado ahuyenta las serpientes.
Durante el Renacimiento, Jerónimo de la Huerta, el traductor de
Plinio, resume las opiniones de varios autores sobre los órganos del ciervo
óptimos para la medicina, serían: el hígado, la gordura o grasa, el tuétano,
los cuernos, el cuajo y otros semejantes, pero sobre todas destaca la piedra
Bezoar. A ese respecto relata la leyenda expuesta en los lapidarios. Duda si
el llanto se deben al atracón de serpientes o a la pena por hacerse viejos,
pero esas lágrimas cristalizadas sería el mejor antídoto.
En cuanto al hueso del corazón de los ciervos, aconseja su empleo
como cordial para fortificar el corazón y también como fertilizante de la
mujer estéril. Se hace eco de la opinión de Andrea Vesalio, según la cual no
existe ese hueso, si no que es la arteria aorta endurecida. Él no se atreve
por una u otra opinión pues ha visto una cosa muy semejante a un hueso.
Respecto al tema de la bondad de su carne para evitar las Figura 232. Ciervo, Libro de los
calenturas, asegura la ausencia de éste padecimiento en el animal por ser medicamentos simples… op.,
de temperamento muy frío. cit.
Andrés Laguna, en sus comentarios a la Materia Medicinal de
Dioscórides, aconseja el vergajo de ciervo, seco en el horno, molido y dado a
beber con vino, para despertar la virtud genital (afrodisíaco). Tomado con
cocimiento de rosas secas, sería bueno para la disentería.
Con respecto a la sangre de ciervo echada en clíster, es útil contra la
disentería; bebida con vino resiste a los venenos; los cuernitos de los
cervatos son aconsejables para el dolor de ijada.
El hueso del corazón de ciervo lo recomienda contra todo veneno
mortífero y para evitar la pestilencia.
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disentería, restañar la sangre del pecho, la ictericia, las flaquezas del
estómago y otras mil aplicaciones; incluso mitiga el dolor de las muelas al
salir si se pone en la boca vinagre en donde hubiera hervido y, desde luego,
el cuerno quemado ahuyenta las serpientes.
Durante el Renacimiento, Jerónimo de la Huerta, el traductor de
Plinio, resume las opiniones de varios autores sobre los órganos del ciervo
óptimos para la medicina, serían: el hígado, la gordura o grasa, el tuétano,
los cuernos, el cuajo y otros semejantes, pero sobre todas destaca la piedra
Bezoar. A ese respecto relata la leyenda expuesta en los lapidarios. Duda si
el llanto se deben al atracón de serpientes o a la pena por hacerse viejos,
pero esas lágrimas cristalizadas sería el mejor antídoto.
En cuanto al hueso del corazón de los ciervos, aconseja su empleo
como cordial para fortificar el corazón y también como fertilizante de la
mujer estéril. Se hace eco de la opinión de Andrea Vesalio, según la cual no
existe ese hueso, si no que es la arteria aorta endurecida. Él no se atreve
por una u otra opinión pues ha visto una cosa muy semejante a un hueso.
Respecto al tema de la bondad de su carne para evitar las Figura 232. Ciervo, Libro de los
calenturas, asegura la ausencia de éste padecimiento en el animal por ser medicamentos simples… op.,
de temperamento muy frío. cit.
Andrés Laguna, en sus comentarios a la Materia Medicinal de
Dioscórides, aconseja el vergajo de ciervo, seco en el horno, molido y dado a
beber con vino, para despertar la virtud genital (afrodisíaco). Tomado con
cocimiento de rosas secas, sería bueno para la disentería.
Con respecto a la sangre de ciervo echada en clíster, es útil contra la
disentería; bebida con vino resiste a los venenos; los cuernitos de los
cervatos son aconsejables para el dolor de ijada.
El hueso del corazón de ciervo lo recomienda contra todo veneno
mortífero y para evitar la pestilencia.
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