Page 334 - Medicamentos fantásticos
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Figura 221. Tapiz de la dama y “son más pequeños que un elefante, tienen el pelo de búfalo, el pie
el unicornio, Museo Cluny de como el del elefante, un cuerno en mitad de la frente, muy gordo y negro. Y os
la Edad Media, París (Francia). digo que no hace ningún daño a los hombres y a los animales con su cuerno,
sino sólo con su lengua y las rodillas, porque su lengua tiene espinas muy
largas y agudas. Cuando quiere destruir un ser, lo pisotea y aplasta en el
suelo con las rodillas, luego le inflinge los males que hace con su lengua.
Tiene la cabeza como jabalí salvaje, y el porte siempre inclinado hacia tierra;
permanece gustosamente entre el barro y el fango en lagos y bosques. Es una
animal vil de ver, y repugnante. No es del todo como nosotros, los de aquí,
decimos y describimos cuando pretendemos que se deja atrapar por el regazo
de una doncella. Es todo lo contrario de lo que creemos”.
Antes que él, un pensador cristiano, San Bernardo de Claraval
(1090-1153), tampoco se mostraba demasiado satisfecho con la
imaginación de los artistas de su época:
“¿Qué objeto tienen frente a los ojos de los monjes, que se supone están
leyendo o meditando en los austeros claustros, esas ridículas
monstruosidades, esas beldades pasmosamente extravagantes y esas
fantasías maravillosamente bellas? Vosotros veis una cabeza con muchos
cuernos o un cuerpo con muchas cabezas. Aquí una cola de serpiente
adherida a un cuadrúpedo. Allí una cabeza de mamífero adherida a un
cuerpo de pescado…596
Sus admoniciones no tuvieron demasiado éxito, ni durante la Edad
Media, ni siquiera a lo largo del Renacimiento, en donde siguieron
mezclándose monstruosidades inventadas con la observación racional y
objetiva de animales. En el caso del unicornio la cuestión fue más ardua
aún, debido al poderosísimo argumento de autoridad representado por su
mención bíblica.
596 Citado por Wylli LEY, El pez pulmonado…op., cit., pág. 32.
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el unicornio, Museo Cluny de como el del elefante, un cuerno en mitad de la frente, muy gordo y negro. Y os
la Edad Media, París (Francia). digo que no hace ningún daño a los hombres y a los animales con su cuerno,
sino sólo con su lengua y las rodillas, porque su lengua tiene espinas muy
largas y agudas. Cuando quiere destruir un ser, lo pisotea y aplasta en el
suelo con las rodillas, luego le inflinge los males que hace con su lengua.
Tiene la cabeza como jabalí salvaje, y el porte siempre inclinado hacia tierra;
permanece gustosamente entre el barro y el fango en lagos y bosques. Es una
animal vil de ver, y repugnante. No es del todo como nosotros, los de aquí,
decimos y describimos cuando pretendemos que se deja atrapar por el regazo
de una doncella. Es todo lo contrario de lo que creemos”.
Antes que él, un pensador cristiano, San Bernardo de Claraval
(1090-1153), tampoco se mostraba demasiado satisfecho con la
imaginación de los artistas de su época:
“¿Qué objeto tienen frente a los ojos de los monjes, que se supone están
leyendo o meditando en los austeros claustros, esas ridículas
monstruosidades, esas beldades pasmosamente extravagantes y esas
fantasías maravillosamente bellas? Vosotros veis una cabeza con muchos
cuernos o un cuerpo con muchas cabezas. Aquí una cola de serpiente
adherida a un cuadrúpedo. Allí una cabeza de mamífero adherida a un
cuerpo de pescado…596
Sus admoniciones no tuvieron demasiado éxito, ni durante la Edad
Media, ni siquiera a lo largo del Renacimiento, en donde siguieron
mezclándose monstruosidades inventadas con la observación racional y
objetiva de animales. En el caso del unicornio la cuestión fue más ardua
aún, debido al poderosísimo argumento de autoridad representado por su
mención bíblica.
596 Citado por Wylli LEY, El pez pulmonado…op., cit., pág. 32.
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