Page 282 - Medicamentos fantásticos
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En la Europa renacentista nos encontramos, en primer lugar, con
una medicina galenista con evidentes raíces en la Edad Media.

En segundo, observamos una forma de ejercer el galenismo acorde a
su versión islámica, con mucha fuerza intelectual y una gran acumulación
de conocimientos empíricos, pero arrinconada por cuestiones políticas y
religiosas.

Una tercera opción es el intento, por parte de los médicos
humanistas, de volver a los clásicos griegos y helenísticos.

Por último observamos una fuerza renovadora, fundamentada en la
anatomía de Vesalio (1514-1561), la fisiología de Servet (1511-1563) las
ideas de Paracelso (1493-1541) y las propuestas terapéuticas ofrecidas
por el Nuevo Mundo.

El galenismo tradicional ofertaba un tesoro farmacológico basado
en lo contenido en la Materia Medicinal de Dioscórides. Los simples, y más
aún los compuestos, se ceñían con dificultad a los aforismos terapéuticos
de Galeno: lo contrario cura a lo contrario y lo similar arrastra consigo a lo
similar. La labor de racionalización de la técnica de curar, llevada a cabo
por el de Pérgamo, fundamentada en las ideas sobre la naturaleza de los
filósofos griegos anteriores a él, no tuvo un reflejo igual en lo tocante a la
terapéutica: dividió el mundo natural entre los vegetales, a quienes
atribuyó dinamis o cualidades por sus características organolépticas y los
consideró, fundamentalmente, medicamentos. Lo mismo hizo con los
animales, a quienes estimó prioritariamente como alimentos, y con los
minerales, considerados venenos; sobre todo los metales, por su toxicidad
comprobada de manera empírica. Si las cosas son relativamente sencillas al

Montpellier a savoir un traité general de la Pharmacie. Ensemble un docte commentaire sur les
Quatre Theoremes & Canons de Mesué. Deux excellents traictez, l’un des simples medicaments
purgatis, & l’autre des venins…Rouen : Chez la veuve du Bosc, 1637. Ateniéndonos a los
cánones ahí descritos, se me antoja imposible hacer digerible el oro. En realidad no se puede
más que dispersarlo sin ayuda de otra sustancia. Los farmacólogos –que creían lo contrario-
debían buscar alguna forma que les pareciese factible.

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