Page 280 - Medicamentos fantásticos
P. 280
En el siglo XVIII, Pomet482 –que de todo se ocupó- lo hizo también
del oro. No habla de sus propiedades medicinales pero sí describe el
considerado virgen, en granos, de distintas suertes y países, e incluso el de
los alquimistas, del que “no diré nada, por carecer de conocimiento”, del
régulo de oro, pasado por el antimonio, de las hojas de oro y del oro
fulminante.

La terapéutica áurea
Para Plinio, el oro se ha de aplicar a los heridos y a los niños. Merced
a él, dañan menos los venenos y los seres humanos se hacen más
resistentes a los hechizos.
Si se quema con un grano de sal, se le echa el triple del peso en oro,
otras dos partes de sal y una de la piedra llamada schiston, los venenos
quedarán en las cosas quemadas con él y el oro puro e incorrupto. La
ceniza, hecha linimento, cura los empeines del rostro. Sana también las
fístulas y almorranas. Si se añade espuma de nitro, cura las llagas podridas
y el mal olor. Cocido en miel con melanthio, aplicado en linimento al
ombligo, mueve el vientre con suavidad. Cura las verrugas.
En el Lapidario de Alfonso X el Sabio aconsejan como cordial sus
limaduras, ingeridas con alguna cosa de comer. Cura los miedos
producidos por la melancolía; sana la tiña y la alopecia; sirve para hacer
con ella quema (cauterio), no hace ampolla y curan antes.
Juan Arfe se hace eco de sus virtudes para confortar la flaqueza del
corazón y su actividad contra la melancolía: este efecto derivaría de su
capacidad de engendrar alegría y magnanimidad. También limpia las nubes
de los ojos y su quemadura no produce ampollas.

482 Pierre POMET, Histoire Generale des Drogues, op., cit., T. II pág. 241-243.

280
   275   276   277   278   279   280   281   282   283   284   285