Page 171 - Medicamentos fantásticos
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Una táctica muy similar sigue Gabriel Alonso de Herrera.278 Empieza
por dar cuenta de los problemas causados. Aunque “es sangre de la tierra”,
en gran cantidad resulta ponzoñoso, quema la sangre y la simiente,
amengua las fuerzas, enflaquece los nervios y mata el calor natural. A
consecuencia de ello mandaba Platón abstenerse de beberlo a los soldados
durante la guerra y a los varones cuando quieren engendrar.
Causa muchas enfermedades: perlesía, gota, hace perder la
memoria, nubla el entendimiento. Primero calienta el cuerpo, luego lo
enfría. Para gobernar es muy dañoso. No hay secreto ni vergüenza donde
reina el vino.
Debe usarse muy templadamente, como aconseja San Pablo. Si se
hace así, aguza los sentidos, esfuerza la digestión, alegra el corazón,
engendra espíritus muy delgados, pero debe cuidarse con no habituarse
con la abundancia en fiestas, bodas, misas nuevas y otros convites. Incluso
hay médicos partidarios de dejar dos veces al mes tomar cuanto vino se
quiera. No se muestra partidario pues “el cuerpo es de tal condición que el
que una vez se envicia en ello, no se puede quitar como lo vemos en algunos
nobles de nuestra Castilla”.
Para esos nobles que en lugar de ser la mejor lanza son la mejor
taza, propone dos remedios: darles a comer berzas crudas o ahogar dos
anguilas vivas en un cántaro de vino. Luego se cuecen y se les ofrecen
durante la comida a los borrachos y de beber ese vino: así lo aborrecen.
Galeno proponía un vino en donde se hubieran ahogado víboras
como remedio para los leprosos. Con este otro, propuesto al parecer por
Plinio, constituiría uno de los primeros vinos teóricamente medicinales.
278 Gabriel ALONSO DE HERRERA, Libro de Agricultura…op., cit., fol. XXXIIIv.-XLVIv.
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por dar cuenta de los problemas causados. Aunque “es sangre de la tierra”,
en gran cantidad resulta ponzoñoso, quema la sangre y la simiente,
amengua las fuerzas, enflaquece los nervios y mata el calor natural. A
consecuencia de ello mandaba Platón abstenerse de beberlo a los soldados
durante la guerra y a los varones cuando quieren engendrar.
Causa muchas enfermedades: perlesía, gota, hace perder la
memoria, nubla el entendimiento. Primero calienta el cuerpo, luego lo
enfría. Para gobernar es muy dañoso. No hay secreto ni vergüenza donde
reina el vino.
Debe usarse muy templadamente, como aconseja San Pablo. Si se
hace así, aguza los sentidos, esfuerza la digestión, alegra el corazón,
engendra espíritus muy delgados, pero debe cuidarse con no habituarse
con la abundancia en fiestas, bodas, misas nuevas y otros convites. Incluso
hay médicos partidarios de dejar dos veces al mes tomar cuanto vino se
quiera. No se muestra partidario pues “el cuerpo es de tal condición que el
que una vez se envicia en ello, no se puede quitar como lo vemos en algunos
nobles de nuestra Castilla”.
Para esos nobles que en lugar de ser la mejor lanza son la mejor
taza, propone dos remedios: darles a comer berzas crudas o ahogar dos
anguilas vivas en un cántaro de vino. Luego se cuecen y se les ofrecen
durante la comida a los borrachos y de beber ese vino: así lo aborrecen.
Galeno proponía un vino en donde se hubieran ahogado víboras
como remedio para los leprosos. Con este otro, propuesto al parecer por
Plinio, constituiría uno de los primeros vinos teóricamente medicinales.
278 Gabriel ALONSO DE HERRERA, Libro de Agricultura…op., cit., fol. XXXIIIv.-XLVIv.
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