Page 162 - Medicamentos fantásticos
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Figura 119. Vino rojo, el insomnio. Para el corazón un elixir de perejil con vino rojo. Contra la
Tacuinum sanitatis,…op., cit. ictericia el maravilloso vino de diamante.
Se preparaba sólo en días soleados. Por la mañana se colocaba la
piedra preciosa en un vaso de vidrio. Al medio día se vertía delicadamente
vino hasta recubrirla. Se dejaba toda la tarde al Sol y al anochecer se bebía
el líquido alcohólico y se colocaba el diamante en la boca del enfermo. Si no
sanaba, al menos se sentiría dulcemente tratado.
No menos delicado resultaría el proceso para preparar el vino de
esmeraldas. Se colocaba la piedra preciosa sobre un paño de lino. Se vertía
sobre ella un buen vino rojo. Se recogía en un recipiente y se repetía la
operación innumerables veces. Con el vino así mareado y harina de habas
se hacía una papilla, excelente según la monja para suavizar, corregir y
enmendar el exceso de mucosidades.
Para los problemas respiratorios recomendaba los vinos de hinojo,
de bayas de enebro, de camomila o de ortigas.
Los problemas menstruales también los solucionaba con un elixir de
mujer constituido por diversas hierbas maceradas en vino: aquilea,
milefolio, aristoloquia, fraxinela, clavos de especia y pimienta blanca. Si no
daba resultado, proponía otra maceración de betónica en vino rojo.
Las úlceras de estómago las trataba con un elixir preparado con
vino rojo y genciana. Recomendaba beberlo calentito dos veces al día.
Los cólicos los solucionaba con otro elixir de miel y los dolores de
estómago con uno de peonía o una maceración vinosa de hisopo.
Con tantos delicados remedios a base de hierbas, de flores, de
piedras preciosas y vino, preparados por las delicadas manos monjiles, no
es de extrañar su rápida fama, debida no sólo a su condición de pitonisa, a
consecuencia de sus sueños, también de curandera milagrosa.
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Tacuinum sanitatis,…op., cit. ictericia el maravilloso vino de diamante.
Se preparaba sólo en días soleados. Por la mañana se colocaba la
piedra preciosa en un vaso de vidrio. Al medio día se vertía delicadamente
vino hasta recubrirla. Se dejaba toda la tarde al Sol y al anochecer se bebía
el líquido alcohólico y se colocaba el diamante en la boca del enfermo. Si no
sanaba, al menos se sentiría dulcemente tratado.
No menos delicado resultaría el proceso para preparar el vino de
esmeraldas. Se colocaba la piedra preciosa sobre un paño de lino. Se vertía
sobre ella un buen vino rojo. Se recogía en un recipiente y se repetía la
operación innumerables veces. Con el vino así mareado y harina de habas
se hacía una papilla, excelente según la monja para suavizar, corregir y
enmendar el exceso de mucosidades.
Para los problemas respiratorios recomendaba los vinos de hinojo,
de bayas de enebro, de camomila o de ortigas.
Los problemas menstruales también los solucionaba con un elixir de
mujer constituido por diversas hierbas maceradas en vino: aquilea,
milefolio, aristoloquia, fraxinela, clavos de especia y pimienta blanca. Si no
daba resultado, proponía otra maceración de betónica en vino rojo.
Las úlceras de estómago las trataba con un elixir preparado con
vino rojo y genciana. Recomendaba beberlo calentito dos veces al día.
Los cólicos los solucionaba con otro elixir de miel y los dolores de
estómago con uno de peonía o una maceración vinosa de hisopo.
Con tantos delicados remedios a base de hierbas, de flores, de
piedras preciosas y vino, preparados por las delicadas manos monjiles, no
es de extrañar su rápida fama, debida no sólo a su condición de pitonisa, a
consecuencia de sus sueños, también de curandera milagrosa.
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