Page 367 - Medicamentos fantásticos
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Durante el juicio alegó en su defensa el haber realizado estos actos
bajo la influencia de un hechizo mediante el cual se convertía en hombre-
lobo. Según aseguraba, la sed de sangre se le acentuó al encontrarse en el
bosque con otros dos lobishome valencianos y no recordaba nada de los
terribles sucesos acaecidos bajo su condición bestial. Sin embargo, extraía
la grasa y la vendía, al parecer a un boticario portugués, para preparar
pócimas y por el gran gusto de lavarse los naturales de aquel país con
jabón hecho de tan especial materia prima. Algo sí recordaría. Caso
contrario no hubiese convertido los asesinatos en mercadería.
En esta ocasión también se mezclan la enfermedad mental, la
crueldad, y el substrato terapéutico-creencial según el cual la grasa
humana produciría ciertos beneficios sanitarios. Romasanta fue condenado
a garrote vil.663
Los tres casos explican la supervivencia de creencias terapéuticas,
bárbaras y terribles, durante siglos, pegadas a los más oscuros recovecos
del inconsciente, no sé si humano o animal. Tampoco sé si humana o
animal fue la preparación de jabón de grasa humana a partir de la de los
judíos asesinados en los campos de exterminio nazis durante la segunda
Gran Guerra. A veces, el horror, aunque se conozcan sus orígenes
ancestrales, no se puede ni siquiera tratar de entender.
La momia
Se puede aducir que la grasa humana no se injería y por tanto,
aunque terrible remedio, no constituía canibalismo. No puede decirse lo
mismo de la carne de momia.
Al parecer, su empleo procede de un enorme equívoco. A partir del
siglo XII quienes viajaban por la antigua Persia hicieron famosa a la
663 VVAA, El hombre lobo: reseña de la causa contra Manuel Blanco Romasanta, Madrid:
Civitas Ediciones, 2002. Alfredo CONDE, Romasanta. Memorias inciertas del Hombre Lobo,
Barcelona: Destino, 2004.
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bajo la influencia de un hechizo mediante el cual se convertía en hombre-
lobo. Según aseguraba, la sed de sangre se le acentuó al encontrarse en el
bosque con otros dos lobishome valencianos y no recordaba nada de los
terribles sucesos acaecidos bajo su condición bestial. Sin embargo, extraía
la grasa y la vendía, al parecer a un boticario portugués, para preparar
pócimas y por el gran gusto de lavarse los naturales de aquel país con
jabón hecho de tan especial materia prima. Algo sí recordaría. Caso
contrario no hubiese convertido los asesinatos en mercadería.
En esta ocasión también se mezclan la enfermedad mental, la
crueldad, y el substrato terapéutico-creencial según el cual la grasa
humana produciría ciertos beneficios sanitarios. Romasanta fue condenado
a garrote vil.663
Los tres casos explican la supervivencia de creencias terapéuticas,
bárbaras y terribles, durante siglos, pegadas a los más oscuros recovecos
del inconsciente, no sé si humano o animal. Tampoco sé si humana o
animal fue la preparación de jabón de grasa humana a partir de la de los
judíos asesinados en los campos de exterminio nazis durante la segunda
Gran Guerra. A veces, el horror, aunque se conozcan sus orígenes
ancestrales, no se puede ni siquiera tratar de entender.
La momia
Se puede aducir que la grasa humana no se injería y por tanto,
aunque terrible remedio, no constituía canibalismo. No puede decirse lo
mismo de la carne de momia.
Al parecer, su empleo procede de un enorme equívoco. A partir del
siglo XII quienes viajaban por la antigua Persia hicieron famosa a la
663 VVAA, El hombre lobo: reseña de la causa contra Manuel Blanco Romasanta, Madrid:
Civitas Ediciones, 2002. Alfredo CONDE, Romasanta. Memorias inciertas del Hombre Lobo,
Barcelona: Destino, 2004.
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