Page 365 - Medicamentos fantásticos
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porción de unto de hombre al Boticario Mayor Martínez Toledano, para
atender a los monarcas en una de sus estancias en el Real Sitio de Aranjuez.
El problema estriba en el origen de esa enjundia humana ofertada
para la salud de los monarcas. Por una factura presentada en 1753 al
mencionado Boticario Mayor por el proveedor José Martínez Prorreter,
sabemos que le entregó una libra de enjundia humana sacada del cuerpo de
un alemán el que riñendo con otro fue muerto prontamente en este Real Sitio
de Aranjuez a diez de junio del año en curso.660
A la vista de estos datos podemos considerar al buen Borbón y a sus
sanitarios como precursores de los transplantes de órganos o del
sacamantecas. Todo según se mire.
Se mire como se mire, la grasa humana en la muy católica España de
la Ilustración, seguía cotizándose como regio medicamento, pese al añejo
horror de Galeno y a la prohibición de los órficos y pitagóricos.
Durante el siglo XIX el uso decayó, al menos así lo proclama el
Colegio de Boticarios de Madrid, quien además mantenía la errónea idea de
que jamás se había empleado en terapéutica.661
El epílogo, aunque también relacionado con la terapia mágica, entra
de lleno en la historia de la criminología.
El primer sacamantecas cuya figura llenó de miedo la infancia de
muchísimos niños hasta bien entrado el siglo pasado fue Juan Díaz Garayo
(1821-1881), un campesino de San Millán (Álava) quien bien entrado en la
660 Archivo General de Palacio, Reinados. Fernando VI, caja 96, exp. 2, exp. 3 caja 98 exp. 2.
Todos los datos proceden del mencionado trabajo de la profesora BASANTE.
661 Diccionario de Farmacia… op., cit. tomo I, p. 90 Al tratar de la adipocera indica que Nicolas
Louis Vauquelin (1763-1829) llamó así a la grasa de los cadáveres. Lo considera una especie de
jabón formado por la putrefacción lenta de las sustancias animales en los lugares húmedos,
ácido oléico y margárico, principio colorante potasa, cal y amoníaco. Según el autor de la voz
nunca se había aplicado a la Medicina. Como hemos visto se equivocaba o quería alejarse de
un tráfico tan terrible que, por cierto, no había acabado en su andadura histórica.
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atender a los monarcas en una de sus estancias en el Real Sitio de Aranjuez.
El problema estriba en el origen de esa enjundia humana ofertada
para la salud de los monarcas. Por una factura presentada en 1753 al
mencionado Boticario Mayor por el proveedor José Martínez Prorreter,
sabemos que le entregó una libra de enjundia humana sacada del cuerpo de
un alemán el que riñendo con otro fue muerto prontamente en este Real Sitio
de Aranjuez a diez de junio del año en curso.660
A la vista de estos datos podemos considerar al buen Borbón y a sus
sanitarios como precursores de los transplantes de órganos o del
sacamantecas. Todo según se mire.
Se mire como se mire, la grasa humana en la muy católica España de
la Ilustración, seguía cotizándose como regio medicamento, pese al añejo
horror de Galeno y a la prohibición de los órficos y pitagóricos.
Durante el siglo XIX el uso decayó, al menos así lo proclama el
Colegio de Boticarios de Madrid, quien además mantenía la errónea idea de
que jamás se había empleado en terapéutica.661
El epílogo, aunque también relacionado con la terapia mágica, entra
de lleno en la historia de la criminología.
El primer sacamantecas cuya figura llenó de miedo la infancia de
muchísimos niños hasta bien entrado el siglo pasado fue Juan Díaz Garayo
(1821-1881), un campesino de San Millán (Álava) quien bien entrado en la
660 Archivo General de Palacio, Reinados. Fernando VI, caja 96, exp. 2, exp. 3 caja 98 exp. 2.
Todos los datos proceden del mencionado trabajo de la profesora BASANTE.
661 Diccionario de Farmacia… op., cit. tomo I, p. 90 Al tratar de la adipocera indica que Nicolas
Louis Vauquelin (1763-1829) llamó así a la grasa de los cadáveres. Lo considera una especie de
jabón formado por la putrefacción lenta de las sustancias animales en los lugares húmedos,
ácido oléico y margárico, principio colorante potasa, cal y amoníaco. Según el autor de la voz
nunca se había aplicado a la Medicina. Como hemos visto se equivocaba o quería alejarse de
un tráfico tan terrible que, por cierto, no había acabado en su andadura histórica.
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