Page 260 - Medicamentos fantásticos
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Figura 183. Brinco de solían ponerlas sobre la mesa durante los banquetes. Ante la presencia de
lagartillo de oro esmaltado y cualquier veneno, disminuía su color. En segundo lugar, si el sapo
esmeraldas, s. XVI, Catedral denominado escuerzo la mira, le saltarán los ojos, dada su potencia contra
Primada de Santo Domingo. el veneno.
Como la piedra era cara, a quienes no podían acceder a ella, en
tiempos de peste, les aconsejaba acogerse a Cristo Nuestro Señor, “que es
origen de todas las piedras preciosas”. Lo cual sería muy prudente en ambos
casos.
Gracias a la documentación de los archivos de protocolos
vallisoletanos, sabemos su utilización contra la epilepsia colgadas
simplemente del cuello. En esa ciudad castellana, atadas al brazo izquierdo,
se empleaban como preservativo de pestilencias y venenos. Servían,
también, para alejar las ilusiones demoníacas. Conforme con sus
indicaciones más tradicionales se utilizaban para mejorar enfermedades de
la vista y la memoria.
En la botica del maestre Rodrigo, en 1541 se preparaba una
limonada de esmeraldas416. Siglos después, Félix Palacios criticaría mucho
la costumbre de añadir zumo de limón a las preparaciones de piedras
preciosas. Según él, muy acertadamente, impedían la única acción eficaz de
las mismas: la absorción de los ácidos estomacales.
Jerónimo de la Fuente Pierola, aparentemente moderno y
renovador, el primero en añadir el adjetivo químico a su texto
farmacéutico, al contrario que Félix Palacios, sí cree en la actividad
farmacológica de las esmeraldas y las demás piedras preciosas. Aconseja
emplearlas después de pulidas por los lapidarios y sin lavar, para evitar
416 Anastasio ROJO VEGA, El siglo de Oro… op., cit., pág. 189.
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lagartillo de oro esmaltado y cualquier veneno, disminuía su color. En segundo lugar, si el sapo
esmeraldas, s. XVI, Catedral denominado escuerzo la mira, le saltarán los ojos, dada su potencia contra
Primada de Santo Domingo. el veneno.
Como la piedra era cara, a quienes no podían acceder a ella, en
tiempos de peste, les aconsejaba acogerse a Cristo Nuestro Señor, “que es
origen de todas las piedras preciosas”. Lo cual sería muy prudente en ambos
casos.
Gracias a la documentación de los archivos de protocolos
vallisoletanos, sabemos su utilización contra la epilepsia colgadas
simplemente del cuello. En esa ciudad castellana, atadas al brazo izquierdo,
se empleaban como preservativo de pestilencias y venenos. Servían,
también, para alejar las ilusiones demoníacas. Conforme con sus
indicaciones más tradicionales se utilizaban para mejorar enfermedades de
la vista y la memoria.
En la botica del maestre Rodrigo, en 1541 se preparaba una
limonada de esmeraldas416. Siglos después, Félix Palacios criticaría mucho
la costumbre de añadir zumo de limón a las preparaciones de piedras
preciosas. Según él, muy acertadamente, impedían la única acción eficaz de
las mismas: la absorción de los ácidos estomacales.
Jerónimo de la Fuente Pierola, aparentemente moderno y
renovador, el primero en añadir el adjetivo químico a su texto
farmacéutico, al contrario que Félix Palacios, sí cree en la actividad
farmacológica de las esmeraldas y las demás piedras preciosas. Aconseja
emplearlas después de pulidas por los lapidarios y sin lavar, para evitar
416 Anastasio ROJO VEGA, El siglo de Oro… op., cit., pág. 189.
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