Page 9 - Anales RADE vol I n 1
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ontológico que está a la base de toda posible experiencia de Dios. Ahora bien, sin el
paso por la experiencia propia y personal sólo se conoce a Dios de oídas (Jb 4, 25).
Pero además del conocimiento de Dios nace el conocimiento de sí, y del
conocimiento de sí, el conocimiento de Dios. Escribe en la primera de las Moradas
(I, 2, 9): «Jamás nos acabamos de conocer, si no procuramos conocer a Dios»,
«mirando sus grandezas acudamos a nuestra bajeza». En este proceso desempeña
un papel especial la conversión del corazón, el salir de sí mismo, es decir, «dejarse
el alma en las manos de Dios, haga lo que quiera de ella».
La Santa confiesa en diversas ocasiones su condición de iletrada en teología;
sin embargo, su experiencia de Dios a partir de la conversión se hace más intensa
para hablar más desde Dios que sobre Dios: «Tenía yo algunas veces, como he
dicho, aunque con mucha brevedad pasaba, comienzo de lo que ahora diré:
acaecíame en esta representación que hacía de ponerme cabe Cristo, que he dicho,
y aun algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la presencia de
Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí o yo toda
engolfada en El» (Vida, 10, 1).


Una de las peculiaridades de la experiencia teresiana de Dios es el papel
mediador insustituible de Jesucristo que incluye la relación con su humanidad. Es
la tesis que sostiene como tema central del capítulo 22 del libro de la Vida: «la
humanidad de Cristo es el medio para la más subida contemplación»7. Por ello se
ha dicho que con ella comienza la mística realmente a ser cristiana. Ella ha puesto
de manifiesto lo que luego formuló de manera magistral K. Rahner: el eterno
significado de la humanidad de Cristo para nuestra relación con Dios. La Santa lo
expresó en estos términos: «Muy muchas veces lo he visto por experiencia; hámelo
dicho el Señor, he visto claro que por esta puerta (de la humanidad) hemos de
entrar si queremos nos muestre la soberana majestad grandes secretos» (Vida, 22,
6). Cristo es el maestro de Teresa, Él es su «libro vivo».



7 Santa Teresa lo retoma después en el capítulo 7 de las sextas Moradas: «A mí no me harán confesar que es
buen camino» dejar la humanidad de Cristo (6M, 7, 5).


9| Teresa de Jesús: reformadora y mística
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