Page 46 - Anales RADE vol I n 1
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tenía para concebir volúmenes liberados del cubismo de la arquitectura
tradicional, incluso de la de los nuevos “heresiarcas” que tanto odiaban los
ilustrados, cuyos espacios interiores, por cierto, siempre eran ortodoxamente
cúbicos, acumulando sus fantasías liberadores solamente en portadas y retablos
(hasta el punto por ejemplo, que el interior de la Capilla del Hospicio de Madrid
(Figura 15) del “heresiarca” Ribera podía haberla firmado por su sobriedad
cualquier seguidor de Juan de Herrera).
Figura 15. Interior de la Capilla del Hospicio de Madrid de Pedro de Ribera.
Fernando Chueca consideraba a Rodríguez como un Arquitecto Barroco,
pero personalmente creo que su actividad profesional se caracterizaba por un
cierto eclecticismo al vivir una época de transición de la arquitectura española que
la variabilidad de su obra simboliza. Ha habido críticos que han dividido su obra en
dos grandes fases: la post-barroca y la neoclásica, pero tampoco esto es totalmente
exacto, porque en ambos períodos se entremezclaron las dos tendencias que
practicó. El Colegio de Cirugía de Barcelona por ejemplo (construido en 1761) es
un edificio de la más pura ortodoxia funcional, por lo que tiene de austero y
desornamentado y así mismo el Convento de Agustinos de Valladolid (Figura 16),
anterior todavía en diez años (1759) y cuya fachada se puede calificar también
como herreriana, lo mismo que la iglesia de planta circular con apilastrados
toscanos también escurialenses. Posteriormente a estas obras clasicistas de su fase
tempranera, hizo Rodríguez la fachada de la iglesia de San Norberto de Madrid
(desaparecida) de directriz convexa y espíritu rococó, y una serie de iglesias de
planta circular o elíptica en diferentes puntos de España, y en ellas alienta todavía
Juan Gómez y González de la Buelga|46
tradicional, incluso de la de los nuevos “heresiarcas” que tanto odiaban los
ilustrados, cuyos espacios interiores, por cierto, siempre eran ortodoxamente
cúbicos, acumulando sus fantasías liberadores solamente en portadas y retablos
(hasta el punto por ejemplo, que el interior de la Capilla del Hospicio de Madrid
(Figura 15) del “heresiarca” Ribera podía haberla firmado por su sobriedad
cualquier seguidor de Juan de Herrera).
Figura 15. Interior de la Capilla del Hospicio de Madrid de Pedro de Ribera.
Fernando Chueca consideraba a Rodríguez como un Arquitecto Barroco,
pero personalmente creo que su actividad profesional se caracterizaba por un
cierto eclecticismo al vivir una época de transición de la arquitectura española que
la variabilidad de su obra simboliza. Ha habido críticos que han dividido su obra en
dos grandes fases: la post-barroca y la neoclásica, pero tampoco esto es totalmente
exacto, porque en ambos períodos se entremezclaron las dos tendencias que
practicó. El Colegio de Cirugía de Barcelona por ejemplo (construido en 1761) es
un edificio de la más pura ortodoxia funcional, por lo que tiene de austero y
desornamentado y así mismo el Convento de Agustinos de Valladolid (Figura 16),
anterior todavía en diez años (1759) y cuya fachada se puede calificar también
como herreriana, lo mismo que la iglesia de planta circular con apilastrados
toscanos también escurialenses. Posteriormente a estas obras clasicistas de su fase
tempranera, hizo Rodríguez la fachada de la iglesia de San Norberto de Madrid
(desaparecida) de directriz convexa y espíritu rococó, y una serie de iglesias de
planta circular o elíptica en diferentes puntos de España, y en ellas alienta todavía
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