Page 146 - Anales RADE vol I n 1
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Sin duda pensar hoy en el establecimiento de relaciones civiles, mercantiles
o laborales inter gentes planetarias sería entrar de lleno en un terreno puramente
especulativo y de fantasía, pero eso es hoy por hoy, porque podría llegar el
momento en que esa fantasía se convirtiera en realidad, y que, no se olvide,
aparece desde antiguo en la literatura a través de fantásticos viajes a nuestro
satélite, destacando el Viaje a la Luna, que en la primera mitad del siglo XVII ideó,
Savinier de Cyrano, o sea, Cyrano de Bergerac,55 a la que siguió su Historia cómica
de los Estados e Imperios del Sol, y después, ya en siglo XIX, la del también francés
Julio Verne56 en su novela De la Tierra a la Luna, que no fue, por cierto, la única vez
que se aproximó a nuestro satélite natural. En efecto, como advierte Pizarro:
“Cuando nos fijamos hoy en día en la era de los viajes del Apolo a la Luna, nos
damos cuenta de las asombrosas anticipaciones científicas que desarrolló Julio
Verne en esta obra”57. Verne quiere enviar en una “bala” disparada desde la Tierra
a tres hombres, pero no llegan a su destino y quedan orbitándola como si fuera su
satélite para finalmente caer en el mar. Los organizadores se encuentran con los
problemas de gravedad y resistencia, y para que el proyectil ascienda en el ángulo
correcto Verne elige Florida, y los tripulantes de la “bala” cayeron en el océano
Pacífico. Lo mismo, absolutamente lo mismo, todo igual a lo que proyectó y llevó a
cabo la NASA.
Las fantásticas aventuras de Bergerac y de Verne no son, por lo demás, las
primeras ni las únicas, pues ya estaban en la mente del escritor griego del siglo II
Luciano de Samosata y de diversos autores posteriores hasta Voltaire,58
destacando, a comienzos del siglo XVI, el astrónomo Johannes Kepler el autor un
tratado titulado El Sueño, en el que un joven viajaba a la Luna, y la obra de Francis
Godwin que, en el siglo XVII, en su historia que abarca “el reino de la Luna” sitúa
como protagonista al español Domingo González. Y en 1883 un maestro de escuela
ruso, Konstantin Tsiolkovsky, escribió Espacio exterior, donde se planteaba la
posibilidad de viajar a la Luna, una cuestión que interesó a la cinematografía en sus
primeros tiempos, ya que el francés Georges Méliès dirigió, en 1902, la película
Viaje a la Luna, con un argumento basado en Verne y en la obra de H.G. Wells Los
primeros hombres en la Luna, que se había publicado en 1901. La literatura
española tampoco fue ajena al nuevo paso que se dio en 1957. Ahí están las obras
55 Este escritor satírico nació en Francia, en una ciudad del Perigord, en 1619 y murió en 1655.
56 Nació en Île Feydeau (Nantes), el 8 de febrero de 1828 y murió el 24 de marzo de 1905, siendo enterrado en
Amiens. Se graduó en Derecho en 1849, y en su producción literaria destaca De la Tierra a la Luna que se
publicó, primeramente por entregas, en un diario parisino entre el 14 de septiembre y el 14 de octubre de
1865. En 1867 apareció la primera traducción al inglés. En 1869, al tiempo que publica Veinte mil leguas en
viaje submarino, hace lo propio con Alrededor de la Luna. Otro escrito futurista fue el publicado en Nueva York
bajo el título In the Years 2889, unas jornadas de un periodista americano en el año 2889 que si bien apareció
con su firma existe la duda de si fue escrito realmente por él o por Michel, su único hijo. En el verano de 1872,
en la playa normanda de Hougalte, conoció Verne a un joven español que años después reinó en España con el
nombre de Alfonso XII, y, como escribe Julián Cortés Cavanillas en su biografía sobre el rey: “Alfonso le veía
con gran admiración, porque conocía casi todos sus libros, pero sin sospechar, como acaso tampoco el genial
vidente, que las naves volantes y los sumergibles tendrían, pasados cincuenta años, realidad espléndida”, vid.
Alfonso XII, el rey romántico, 3ª ed., Barcelona, 1982, p. 67.
57 Vid. Rocío Pizarro: Introducción a Julio Verne: Obras selectas, Madrid, 2012, p. 27.
58 Vid. Carlos García Gual (editor): Viajes a la Luna. De la fantasía a la ciencia ficción, Madrid, Biblioteca ELR
Ediciones, núm. 05, 2005. De estas obras, dice la recensionista Lourdes Rensoli Laliga, que tienen la función de
instruir “deleitando sobre una de las más antiguas y destacadas fantasías de la humanidad, que nuestro tiempo
ha hecho posible”, y añadiendo: “Quizás pronto a mayor escala”, vid. Utopías lunares, en Revista de Occidente,
núm. 296, enero 2006, pp. 152-154.
José Antonio Tomás Ortiz de la Torre|146
o laborales inter gentes planetarias sería entrar de lleno en un terreno puramente
especulativo y de fantasía, pero eso es hoy por hoy, porque podría llegar el
momento en que esa fantasía se convirtiera en realidad, y que, no se olvide,
aparece desde antiguo en la literatura a través de fantásticos viajes a nuestro
satélite, destacando el Viaje a la Luna, que en la primera mitad del siglo XVII ideó,
Savinier de Cyrano, o sea, Cyrano de Bergerac,55 a la que siguió su Historia cómica
de los Estados e Imperios del Sol, y después, ya en siglo XIX, la del también francés
Julio Verne56 en su novela De la Tierra a la Luna, que no fue, por cierto, la única vez
que se aproximó a nuestro satélite natural. En efecto, como advierte Pizarro:
“Cuando nos fijamos hoy en día en la era de los viajes del Apolo a la Luna, nos
damos cuenta de las asombrosas anticipaciones científicas que desarrolló Julio
Verne en esta obra”57. Verne quiere enviar en una “bala” disparada desde la Tierra
a tres hombres, pero no llegan a su destino y quedan orbitándola como si fuera su
satélite para finalmente caer en el mar. Los organizadores se encuentran con los
problemas de gravedad y resistencia, y para que el proyectil ascienda en el ángulo
correcto Verne elige Florida, y los tripulantes de la “bala” cayeron en el océano
Pacífico. Lo mismo, absolutamente lo mismo, todo igual a lo que proyectó y llevó a
cabo la NASA.
Las fantásticas aventuras de Bergerac y de Verne no son, por lo demás, las
primeras ni las únicas, pues ya estaban en la mente del escritor griego del siglo II
Luciano de Samosata y de diversos autores posteriores hasta Voltaire,58
destacando, a comienzos del siglo XVI, el astrónomo Johannes Kepler el autor un
tratado titulado El Sueño, en el que un joven viajaba a la Luna, y la obra de Francis
Godwin que, en el siglo XVII, en su historia que abarca “el reino de la Luna” sitúa
como protagonista al español Domingo González. Y en 1883 un maestro de escuela
ruso, Konstantin Tsiolkovsky, escribió Espacio exterior, donde se planteaba la
posibilidad de viajar a la Luna, una cuestión que interesó a la cinematografía en sus
primeros tiempos, ya que el francés Georges Méliès dirigió, en 1902, la película
Viaje a la Luna, con un argumento basado en Verne y en la obra de H.G. Wells Los
primeros hombres en la Luna, que se había publicado en 1901. La literatura
española tampoco fue ajena al nuevo paso que se dio en 1957. Ahí están las obras
55 Este escritor satírico nació en Francia, en una ciudad del Perigord, en 1619 y murió en 1655.
56 Nació en Île Feydeau (Nantes), el 8 de febrero de 1828 y murió el 24 de marzo de 1905, siendo enterrado en
Amiens. Se graduó en Derecho en 1849, y en su producción literaria destaca De la Tierra a la Luna que se
publicó, primeramente por entregas, en un diario parisino entre el 14 de septiembre y el 14 de octubre de
1865. En 1867 apareció la primera traducción al inglés. En 1869, al tiempo que publica Veinte mil leguas en
viaje submarino, hace lo propio con Alrededor de la Luna. Otro escrito futurista fue el publicado en Nueva York
bajo el título In the Years 2889, unas jornadas de un periodista americano en el año 2889 que si bien apareció
con su firma existe la duda de si fue escrito realmente por él o por Michel, su único hijo. En el verano de 1872,
en la playa normanda de Hougalte, conoció Verne a un joven español que años después reinó en España con el
nombre de Alfonso XII, y, como escribe Julián Cortés Cavanillas en su biografía sobre el rey: “Alfonso le veía
con gran admiración, porque conocía casi todos sus libros, pero sin sospechar, como acaso tampoco el genial
vidente, que las naves volantes y los sumergibles tendrían, pasados cincuenta años, realidad espléndida”, vid.
Alfonso XII, el rey romántico, 3ª ed., Barcelona, 1982, p. 67.
57 Vid. Rocío Pizarro: Introducción a Julio Verne: Obras selectas, Madrid, 2012, p. 27.
58 Vid. Carlos García Gual (editor): Viajes a la Luna. De la fantasía a la ciencia ficción, Madrid, Biblioteca ELR
Ediciones, núm. 05, 2005. De estas obras, dice la recensionista Lourdes Rensoli Laliga, que tienen la función de
instruir “deleitando sobre una de las más antiguas y destacadas fantasías de la humanidad, que nuestro tiempo
ha hecho posible”, y añadiendo: “Quizás pronto a mayor escala”, vid. Utopías lunares, en Revista de Occidente,
núm. 296, enero 2006, pp. 152-154.
José Antonio Tomás Ortiz de la Torre|146