Envejecimiento cerebral normal y patológico …
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absoluta imprecisión morfofuncional de definir cualquier fase o estadio que
teóricamente se presupone que existe desde la “normalidad” absoluta hasta la
patología de la EA terminal.
Figura 3.-‐ Los atributos de “
normal
” y “
anormal/patológico
” que se asignan a los individuos o
a los cerebros post-‐mortem que se estudian varían según los criterios que se apliquen.
El
“punto de corte” entre los dos posibles atributos normal/patológico que se puede aplicar a una
población en un estudio determinará el porcentaje de casos con uno u otro diagnóstico. En el
esquema se ejemplifica esto en una gráfica donde se representa la puntuación de una población en
una prueba neuropsicológica teórica donde se pretende determinar el grado de demencia (normal
o patológico) en base al número de aciertos en las pruebas que se le realizan. Dependiendo de que
el “punto de corte” (puntuación, que se ha acordado por consenso, para diferenciar los individuos
normales de los patológicos) sea más o menos exigente, variará el porcentaje de casos
diagnosticados como patológicos.
Tomemos como ejemplo los dos principales tipos de lesiones
“características” de EA conocidas desde la época de Alzheimer, los ovillos
neurofibrilares (acumulaciones intraneuronales de proteína Tau, especialmente
altamente fosforilada) y los depósitos amiloideos extracelulares de diferente
morfología y composición. En primer lugar, al no ser estas lesiones “específicas” de
la EA (ya se dijo que no son patognomónicas) el diagnóstico EA no puede
establecerse por la sencilla demostración de su existencia por cualquier método,
sino por la densidad de estas lesiones en regiones preestablecidas del cerebro. En
segundo lugar, se ha demostrado que en muchos cerebros “normales” (los