Page 111 - Medicamentos fantásticos
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asedio de las tropas de Denys de Siracusa: se retiró de su campamento, en
donde abandonó odres repletos de vino en donde se había macerado
mandrágora. Los enemigos lo bebieron y se durmieron profundamente. Los
cartagineses regresaron y exterminaron a placer a sus adversarios.
Sextus Julius Frontinus160 (ca. 40-103) atribuye la misma astucia a
Maharbal en su campaña contra los Libios. Otros se la han adjudicado a
Aníbal o a Hamilcar, lo que indica lo muy conocidas que eran las virtudes
narcóticas de las mandrágoras.
Los médicos del siglo I también se interesaron mucho en la planta.
Areteo de Capadocia (s.I)161 prescribe a menudo la bebida de una
infusión de la planta; previene sobre los distintos efectos en diferentes
pacientes. En unos produce una somnolencia persistente, en otros no. En
algunos comienzan dificultades respiratorias y se les debe sacar del sopor
pues, de lo contrario, mueren entre contracciones.
La raíz era, junto al opio, uno de los pocos hipnóticos existentes,
aunque su uso resultaba muy delicado.
Quinto Sereno Samónico162 (s.I) resalta el magnífico efecto narcótico
producido por una dosis pequeña de la raíz.
También Rufo de Efeso163 (s.I-II) la recomienda por su capacidad
sedante en los males de los riñones y de la vesícula.
159 POLYAENUS, Stategematon libri VIII, Stutgardiae: Teubneri, 1970.
160 FRONTIN, Les estrategèmes…publiés sous la direction de Nisard, Paris : chez Firmin Didot
Frères, 1860.
161 ARETEO, De causis et signis acutorum morborum, Geneve: Droz, 2000; Obra médica,
Madrid : Akal, 1998.
162 Quintus Serenus SAMMONICUS, De medicina preacepta saluberrima, Amstelodami:
Robertus Keucheinus, 1662.
163 Oeuvres de Rufus d’Éphese. Texte collationné sur les manuscrits traduit pour la première
fois en français avec une introduction, publication commencée par Ch. Daremberg, continuée
par Ch. Émile Ruelle, Amsterdam : Hakkert, 1963.
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donde abandonó odres repletos de vino en donde se había macerado
mandrágora. Los enemigos lo bebieron y se durmieron profundamente. Los
cartagineses regresaron y exterminaron a placer a sus adversarios.
Sextus Julius Frontinus160 (ca. 40-103) atribuye la misma astucia a
Maharbal en su campaña contra los Libios. Otros se la han adjudicado a
Aníbal o a Hamilcar, lo que indica lo muy conocidas que eran las virtudes
narcóticas de las mandrágoras.
Los médicos del siglo I también se interesaron mucho en la planta.
Areteo de Capadocia (s.I)161 prescribe a menudo la bebida de una
infusión de la planta; previene sobre los distintos efectos en diferentes
pacientes. En unos produce una somnolencia persistente, en otros no. En
algunos comienzan dificultades respiratorias y se les debe sacar del sopor
pues, de lo contrario, mueren entre contracciones.
La raíz era, junto al opio, uno de los pocos hipnóticos existentes,
aunque su uso resultaba muy delicado.
Quinto Sereno Samónico162 (s.I) resalta el magnífico efecto narcótico
producido por una dosis pequeña de la raíz.
También Rufo de Efeso163 (s.I-II) la recomienda por su capacidad
sedante en los males de los riñones y de la vesícula.
159 POLYAENUS, Stategematon libri VIII, Stutgardiae: Teubneri, 1970.
160 FRONTIN, Les estrategèmes…publiés sous la direction de Nisard, Paris : chez Firmin Didot
Frères, 1860.
161 ARETEO, De causis et signis acutorum morborum, Geneve: Droz, 2000; Obra médica,
Madrid : Akal, 1998.
162 Quintus Serenus SAMMONICUS, De medicina preacepta saluberrima, Amstelodami:
Robertus Keucheinus, 1662.
163 Oeuvres de Rufus d’Éphese. Texte collationné sur les manuscrits traduit pour la première
fois en français avec une introduction, publication commencée par Ch. Daremberg, continuée
par Ch. Émile Ruelle, Amsterdam : Hakkert, 1963.
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