Page 106 - Medicamentos fantásticos
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Figura 77. Mandrágora Varios autores han sugerido, con buen criterio a mi parecer, la
hembra, Hortus sanitatis, posible utilización de una solanácea por Circe para hacer el encantamiento,
op., cit. probablemente la mandrágora.146 De acuerdo con ello, veremos como,
durante la época romana, Dioscórides la denomina Circea.

Hipócrates de Cos (s. V-IV a.C.)147 y la escuela hipocrática, aconsejan
el uso terapéutico de la planta por vía interna y externa.

Para curar el tétanos recomiendan acostar al enfermo, hacer un
fuego a cada lado de la cama y darle de beber mandrágora en cantidad
moderada para no provocarle delirios.

La utilizaban también, disuelta en vino, contra la melancolía.

Mezclada con otras plantas, disuelta convenientemente en diversos
líquidos, la empleaban para tratar de curar las fiebres cuartanas.

Por vía externa, consideraban que un fomento a base de la raíz
hervida en vino resultaba eficaz contra las hemorroides.

A las mujeres enfermas de los órganos genitales las preparaban un
pesario con un trozo de lana embebido en el jugo de las raíces, o las
aplicaban irrigaciones vaginales con bayas de Daphne gnidium
descortezadas y aplastadas en jugo de mandrágora.

Demóstenes (ca. 384-322 a.C.), en su cuarta Filípica148 apostrofaba a
sus conciudadanos con las siguientes palabras: “verdaderamente nada nos
puede despertar, nos parecemos a los que han bebido mandrágora”. Lo cual
nos deja bien claro que era del dominio público el estado de sopor
anestésico alcanzado por quienes la consumían.

Teofrasto (372-287 a.C.) empieza la larga lista de recomendaciones
para quienes se atrevieran a extraer la raíz de la planta.

146 Antonio ESCOHOTADO, Historia general de las drogas, Madrid: Espasa Calpe, 1998, pág.
136-137.
147 HIPÓCRATES, Oeuvres, vol. 13. Des Linux dans l’homme…Paris : Les Belles Lettres, 1978.
148 DEMÓSTENES, Las Filípicas, ed. y trad., de Antonio LÓPEZ EIRE, Madrid: Cátedra, 1998.

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