Page 104 - Medicamentos fantásticos
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Su mito parte de un texto de Tito Lucrecio Caro (96 a.C.-55 a.C.),142
en donde se considera al elemento Tierra y al planeta Tierra origen de todo
lo existente: las plantas, los animales y los humanos:

“Fue entonces que la tierra produjo la raza de los mortales. Pues los
campos rebosaban de humedad y de calor; así, cada vez que se ofrecía un
lugar oportuno, brotaban matrices enraizadas en la tierra; y cuando llegado
el tiempo de la madurez se abrían bajo el impulso de los recién nacidos, que
huían de la humedad y apetecían el aire, la Naturaleza dirigía hacia ellos los
poros de la tierra y les hacía verter por sus venas abiertas un jugo parecido a
la leche; tal como ahora, cuando una mujer ha parido se llena de dulce leche,
porque todo el ímpetu de los alimentos confluye en sus mamas. La tierra
daba comida a los pequeños, el calor les hacía de vestido, la hierba les
procuraba un muelle lecho de pelusa abundante…merecido es el nombre de
madre que la tierra ha obtenido, puesto que ella creó la raza misma de los
hombres”.

De acuerdo con esta teoría, los seres humanos procederían de la
Tierra y del elemento con ella identificado, a través de unas “matrices
enraizadas”. De ahí el prestigio de todas las raíces con forma similar a la
humana, como la mandrágora.

Un boticario de Montpellier, probablemente un judío expulsado de
Cataluña, Laurent Catelan (1568?-1647)143 -de quien nos volveremos a
ocupar en varios lugares de este libro-, durante el Barroco, asegura que la
variedad hembra de la mandrágora posee los atributos propios de la
generación: a saber matriz y pechos. La masculina estaría dotada de algo
similar al pene.

142 Tito LUCRECIO CARO, De la naturaleza, Barcelona: Círculo de Lectores, 1998, libro V, v. 805-
815.pág. 223.
143 Laurent CATELAN, Rare et curieux discours de la plante appellée mandragore, de ses
especes, vertus et usage : et particulièrement de celle qui produict une racine representant de
figure le corps d’un home…Paris : aux despens de l’autheur, 1638, reeditada Paris :
Hachete /Bibliothèque Nationale, 1975.

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