Page 140 - Anales RADE vol I n 1
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antes del lanzamiento del “Sputnik I”. Ahí está el planteamiento que Daniel hizo de
los viajes interplanetarios ante el Derecho.37 Desde 2000 la Estación Internacional
está habitada a una altura de 400 kilómetros del planeta, y puede ser el primer
paso para un viaje tripulado a Marte teniendo en cuenta que, gracias a la misión
Mars Express, el “planeta rojo” hoy se conoce ya muy bien. En ese viaje, que
duraría seis meses la ida y otros tantos de regreso, calculándose una estancia allí
de un año y medio, trabaja el consorcio Melissa con presencia de España,
concretamente de la Universidad Central de Barcelona. En julio de 2013 orbitaban
la Tierra más de mil satélites, algunos de los cuales son imprescindibles para la
Humanidad al cumplir unas funciones de extraordinario valor, así el satélite
“Envisat” alertó sobre las variaciones de la capa de ozono, y en 2009 el satélite
“Smos”, con el instrumento “Miras” a bordo, por cierto inventado y fabricado en
España, de la Agencia Europea del Espacio, de la que España es Estado fundador,
que orbita la Tierra catorce veces al día, y se sigue desde el centro de Villanueva de
la Cañada, levantó por primera vez, en 2010, mapas de salinidad del mar, y alerta
sobre el grado de humedad del suelo, importantísimo dato de cara a la prevención
de incendios; su actividad se amplía también a prevenir desastres naturales,
riesgos de inundaciones, velocidad y trayectoria de las corrientes marinas,
distribución de lluvias en todo el planeta, cambio climático, etc. Gracias a los
satélites se sabe que en los últimos treinta años los hielos polares se han reducido
a la mitad, y en cuanto a la medición del grosor del hielo en el océano Ártico y en el
Polo Norte, efectuado en 2010, ha sido fundamental el papel del satélite “Criosat”.
Toda esta ingente actividad requiere una regulación jurídica que no puede
hacerse sino desde el Derecho internacional, sobre todo si se tiene en cuenta que
un acto en el espacio exterior, aparentemente sin trascendencia, planteó
tempranamente ya un problema jurídico. Así ocurrió durante el vuelo del “Apolo
8”, porque aprobado por Frank Borman que se leyese el libro del Génesis cuando se
estaba orbitando la Luna, la NASA se vio sorprendida por una demanda, que no
prosperó, interpuesta por la Sociedad de Separatistas, que sostenía que ese acto
violaba la Constitución de los Estados Unidos en el punto relativo al principio de
separación Iglesia-Estado.38
Sin duda la llegada del hombre a la Luna fue un acontecimiento al que se le
puede atribuir la magnitud del descubrimiento de América. Pero doce años antes,
la actividad humana ya había llegado al espacio exterior y las Naciones Unidas
tuvieron inmediatamente que plantearse algo que antes habría sido considerado
de visionarios, pero que ahora ya entraba dentro del papel que le asigna a la citada
Organización internacional el artículo 13 de su Carta, en cuanto a promover el
desarrollo progresivo del Derecho internacional. Al mes siguiente del lanzamiento
del “Sputnik I”, desde el 11 de noviembre, la Asamblea General de las Naciones
Unidas expresaba su preocupación por los peligros que podría entrañar la
utilización del espacio con fines militares, y se apresuró a ponerlo de manifiesto en
la Resolución 1.149 (XII) sobre desarme. Unos años después, en la Resolución 1884
(XVIII) recomienda a los Estados abstenerse de colocar en órbita objetos que
lleven armas nucleares u otros tipos de armamento de destrucción masiva, a la vez
37 Daniel: Les voyages interplanetaires et le Droit, en Revue Générale de l´Air, París, 1952, p. 422-425.
38 Una síntesis de la historia de la carrera especial en Rod Pyle: Misión: La Luna, trad. esp., Madrid, s.f., 63 pp;
vid. también Jan Osmañczyk: Enciclopedia mundial de relaciones internacionales y Naciones Unidas, México-
Madrid-Buenos Aires, 1976 (con algunas fechas no coincidentes en ambas obras).
José Antonio Tomás Ortiz de la Torre|140
los viajes interplanetarios ante el Derecho.37 Desde 2000 la Estación Internacional
está habitada a una altura de 400 kilómetros del planeta, y puede ser el primer
paso para un viaje tripulado a Marte teniendo en cuenta que, gracias a la misión
Mars Express, el “planeta rojo” hoy se conoce ya muy bien. En ese viaje, que
duraría seis meses la ida y otros tantos de regreso, calculándose una estancia allí
de un año y medio, trabaja el consorcio Melissa con presencia de España,
concretamente de la Universidad Central de Barcelona. En julio de 2013 orbitaban
la Tierra más de mil satélites, algunos de los cuales son imprescindibles para la
Humanidad al cumplir unas funciones de extraordinario valor, así el satélite
“Envisat” alertó sobre las variaciones de la capa de ozono, y en 2009 el satélite
“Smos”, con el instrumento “Miras” a bordo, por cierto inventado y fabricado en
España, de la Agencia Europea del Espacio, de la que España es Estado fundador,
que orbita la Tierra catorce veces al día, y se sigue desde el centro de Villanueva de
la Cañada, levantó por primera vez, en 2010, mapas de salinidad del mar, y alerta
sobre el grado de humedad del suelo, importantísimo dato de cara a la prevención
de incendios; su actividad se amplía también a prevenir desastres naturales,
riesgos de inundaciones, velocidad y trayectoria de las corrientes marinas,
distribución de lluvias en todo el planeta, cambio climático, etc. Gracias a los
satélites se sabe que en los últimos treinta años los hielos polares se han reducido
a la mitad, y en cuanto a la medición del grosor del hielo en el océano Ártico y en el
Polo Norte, efectuado en 2010, ha sido fundamental el papel del satélite “Criosat”.
Toda esta ingente actividad requiere una regulación jurídica que no puede
hacerse sino desde el Derecho internacional, sobre todo si se tiene en cuenta que
un acto en el espacio exterior, aparentemente sin trascendencia, planteó
tempranamente ya un problema jurídico. Así ocurrió durante el vuelo del “Apolo
8”, porque aprobado por Frank Borman que se leyese el libro del Génesis cuando se
estaba orbitando la Luna, la NASA se vio sorprendida por una demanda, que no
prosperó, interpuesta por la Sociedad de Separatistas, que sostenía que ese acto
violaba la Constitución de los Estados Unidos en el punto relativo al principio de
separación Iglesia-Estado.38
Sin duda la llegada del hombre a la Luna fue un acontecimiento al que se le
puede atribuir la magnitud del descubrimiento de América. Pero doce años antes,
la actividad humana ya había llegado al espacio exterior y las Naciones Unidas
tuvieron inmediatamente que plantearse algo que antes habría sido considerado
de visionarios, pero que ahora ya entraba dentro del papel que le asigna a la citada
Organización internacional el artículo 13 de su Carta, en cuanto a promover el
desarrollo progresivo del Derecho internacional. Al mes siguiente del lanzamiento
del “Sputnik I”, desde el 11 de noviembre, la Asamblea General de las Naciones
Unidas expresaba su preocupación por los peligros que podría entrañar la
utilización del espacio con fines militares, y se apresuró a ponerlo de manifiesto en
la Resolución 1.149 (XII) sobre desarme. Unos años después, en la Resolución 1884
(XVIII) recomienda a los Estados abstenerse de colocar en órbita objetos que
lleven armas nucleares u otros tipos de armamento de destrucción masiva, a la vez
37 Daniel: Les voyages interplanetaires et le Droit, en Revue Générale de l´Air, París, 1952, p. 422-425.
38 Una síntesis de la historia de la carrera especial en Rod Pyle: Misión: La Luna, trad. esp., Madrid, s.f., 63 pp;
vid. también Jan Osmañczyk: Enciclopedia mundial de relaciones internacionales y Naciones Unidas, México-
Madrid-Buenos Aires, 1976 (con algunas fechas no coincidentes en ambas obras).
José Antonio Tomás Ortiz de la Torre|140