Page 314 - Medicamentos fantásticos
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boca, como inoculado por animal ponzoñoso. Para quienes han bebido
agua infectada y en fiebres pestilenciales de todo tipo. Reparan también el
humor melancólico. Aprovecha en la sarna, no cura las cuartanas, aunque
las alivia, y es bueno echarla en las purgas, pues si llevan algo venenoso lo
rectifica.
Fragoso explica cómo probarlas: se enhebra una aguja con hierba
del ballestero (Veratrum album L.) –un vegetal muy tóxico- y se le atraviesa
el pie a un perro. El animal empieza a tener los accidentes propios de quien
ha tomado un veneno. En ese momento se le echa en la boca polvo de
piedra bezoar disuelto en agua. Si vuelve en sí, se tiene por buena la piedra,
caso contrario, por adulterina y sofisticada.
Explica como su actuación se debe a sus propiedades específicas, no
a la virtud manifiesta, y reseña unas virtudes muy similares a las ya
mencionadas: contra todo género de veneno; para mordeduras de animales
ponzoñosos y para las enfermedades melancólicas, desmayos, gota coral,
lepra, sarna, empeines y cuartanas. Vale contra las lombrices desleída en
agua de verdolagas. Contra fiebres pestilentes disuelta en agua de acederas
y contra viruelas y tabardillo.
Se puede usar bebida, trayéndola en la boca, chupada o en polvo
para sudar. También colgada como quien trae una poma a raíz de la carne
en el lado del corazón. También el polvo aplicado en las mordeduras y en
los carbuncos abiertos en tiempo de peste (absorbe el veneno).
La precaución para manejarla es raspar la piedra con un
instrumento de oro o plata. Si se muele, se disipa la virtud medicinal.
J. B. Silvatico la considera útil, también para curar la sífilis.
Pomet la aconseja como excelente remedio para guarecer al corazón
de los malos aires, para la varicela y las enfermedades pestilenciales.
También contra los vértigos, la epilepsia, las palpitaciones cardiacas, los
cólicos, la disentería, los gusanos, las fiebres malignas, para favorecer el
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agua infectada y en fiebres pestilenciales de todo tipo. Reparan también el
humor melancólico. Aprovecha en la sarna, no cura las cuartanas, aunque
las alivia, y es bueno echarla en las purgas, pues si llevan algo venenoso lo
rectifica.
Fragoso explica cómo probarlas: se enhebra una aguja con hierba
del ballestero (Veratrum album L.) –un vegetal muy tóxico- y se le atraviesa
el pie a un perro. El animal empieza a tener los accidentes propios de quien
ha tomado un veneno. En ese momento se le echa en la boca polvo de
piedra bezoar disuelto en agua. Si vuelve en sí, se tiene por buena la piedra,
caso contrario, por adulterina y sofisticada.
Explica como su actuación se debe a sus propiedades específicas, no
a la virtud manifiesta, y reseña unas virtudes muy similares a las ya
mencionadas: contra todo género de veneno; para mordeduras de animales
ponzoñosos y para las enfermedades melancólicas, desmayos, gota coral,
lepra, sarna, empeines y cuartanas. Vale contra las lombrices desleída en
agua de verdolagas. Contra fiebres pestilentes disuelta en agua de acederas
y contra viruelas y tabardillo.
Se puede usar bebida, trayéndola en la boca, chupada o en polvo
para sudar. También colgada como quien trae una poma a raíz de la carne
en el lado del corazón. También el polvo aplicado en las mordeduras y en
los carbuncos abiertos en tiempo de peste (absorbe el veneno).
La precaución para manejarla es raspar la piedra con un
instrumento de oro o plata. Si se muele, se disipa la virtud medicinal.
J. B. Silvatico la considera útil, también para curar la sífilis.
Pomet la aconseja como excelente remedio para guarecer al corazón
de los malos aires, para la varicela y las enfermedades pestilenciales.
También contra los vértigos, la epilepsia, las palpitaciones cardiacas, los
cólicos, la disentería, los gusanos, las fiebres malignas, para favorecer el
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