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en relación con estos arquitectos “superbarrocos” y sus obras, cabe citar la opinión
que tenía de ellos el crítico de arte Ceán Bermúdez. Decía el famoso ilustrado
arqueólogo y académico que1 “… La depravación de la arquitectura fue creciendo
cada día de tal modo, que entrado ya el siglo XVIII llegó en la línea de lo malo a un
término, que era imposible pasar adelante, con particularidad en los retablos, en las
portadas y en los adornos. Quien no los haya visto ignora hasta dónde puede llegar el
desarreglo de la fantasía. (…) Lo peor fue que a los nuevos heresiarcas vinieron a las
manos obras que para rubor nuestro se hacen notables, unas por su magnitud, otras
por su situación y otras por la riqueza de los materiales.
2.2 El estilo “rococó”

La segunda modalidad arquitectónica que se practicaba en el reinado de
Felipe V (que nada tenía de común con lo que realizaban “los nuevos heresiarcas”)
fue el estilo “rococó” que tenía su origen en la Roma barroca de Borromini y
Guarini, donde la arquitectura pasó de ser estrictamente ortogonal como un
templo griego a ser ondulante como la superficie del mar (Figura 4). Este
“jugueteo” arquitectónico, que fue una nueva forma de barroquizar
estructuralmente, gustó mucho en su tiempo y a ella respondieron diversas
escuelas de arquitectos alemanes, austríacos, checos y franceses, etc… en cuyos
edificios era difícil encontrar alguna superficie plana, y tanto las fachadas como las
cubiertas eran juguetes de la fantasía de sus creadores.


Figura 4. Fachada de la Catedral de Valencia del arquitecto K. Rudolf.

1 CEAN BERMÚDEZ, Tomo IV, pág. 102

37| El Neoclasicismo académico en la arquitectura española
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