Page 34 - Anales RADE vol I n 1
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1. INTRODUCCIÓN
El año 1703 entraba solemnemente en el Alcázar de Madrid (Figura 1) para
posesionarse de la Corona de España, el joven Príncipe Felipe de Borbón, nieto de
Luis XIV, y lo hacía a través del patio porticado de armas donde las formaciones
militares borbónicas que le habían precedido, le rindieron honores. Desde el
primer momento, tanto él como sus acompañantes franceses no pudieron ocultar
el impacto desagradable que les produjo aquel viejo caserón de tiempos
medievales que los Austrias habían pretendido modernizar sin conseguirlo. Ni de
lejos podía compararse aquello con los espectaculares jardines, las esplendideces y
el resplandor del Versalles del omnipotente “Rey Sol” y de la Corte francesa de la
que procedían.
Figura 1. El Alcázar de Madrid en 1704, en la proclamación de Felipe V.
Pero la guerra con el otro pretendiente de la Casa de Austria (el Archiduque
Carlos) ya estaba abiertamente en marcha y habría de durar diez largos años, tras
dejar muchos campos arrasados, cientos de pueblos y villas destruidos y decenas
de miles de muertos en los campos de batalla. Y solamente cuando se estableció
una paz duradera la nueva monarquía pudo organizarse y sentar las bases de otra
política tras de la cual latían las primeras pulsaciones de la Ilustración, cuyo
objetivo era modificar profundamente las costumbres y acabar con los obstáculos
que el “Antiguo Régimen” ponía para desarrollar económica y culturalmente los
países.
Juan Gómez y González de la Buelga|34
El año 1703 entraba solemnemente en el Alcázar de Madrid (Figura 1) para
posesionarse de la Corona de España, el joven Príncipe Felipe de Borbón, nieto de
Luis XIV, y lo hacía a través del patio porticado de armas donde las formaciones
militares borbónicas que le habían precedido, le rindieron honores. Desde el
primer momento, tanto él como sus acompañantes franceses no pudieron ocultar
el impacto desagradable que les produjo aquel viejo caserón de tiempos
medievales que los Austrias habían pretendido modernizar sin conseguirlo. Ni de
lejos podía compararse aquello con los espectaculares jardines, las esplendideces y
el resplandor del Versalles del omnipotente “Rey Sol” y de la Corte francesa de la
que procedían.
Figura 1. El Alcázar de Madrid en 1704, en la proclamación de Felipe V.
Pero la guerra con el otro pretendiente de la Casa de Austria (el Archiduque
Carlos) ya estaba abiertamente en marcha y habría de durar diez largos años, tras
dejar muchos campos arrasados, cientos de pueblos y villas destruidos y decenas
de miles de muertos en los campos de batalla. Y solamente cuando se estableció
una paz duradera la nueva monarquía pudo organizarse y sentar las bases de otra
política tras de la cual latían las primeras pulsaciones de la Ilustración, cuyo
objetivo era modificar profundamente las costumbres y acabar con los obstáculos
que el “Antiguo Régimen” ponía para desarrollar económica y culturalmente los
países.
Juan Gómez y González de la Buelga|34