Page 97 - Anales RADE vol I n 1
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1. INTRODUCCIOU N
Una prueba de la enorme importancia que se atribuye a la luz la tenemos en
el hecho de que ya desde los albores de la humanidad la luz ha sido objeto de
veneración cúltica entre los diversos pueblos primitivos. Se comprende así que los
astros fueran divinizados. Pero especialmente lo fue el sol, cuya actividad
vivificadora en plantas, animales y seres humanos era evidente. Basta recordar el
mito griego del dios solar Helios, hermano de la diosa Selene (la luna), que
atraviesa en su carro el cielo y se ocupa de alumbrar durante el día. Mitos similares
existen entre los indios y los egipcios. Teniendo en cuenta este contexto resulta
lógico que el libro del Génesis, que tiene mucho interés en dejar claro que Yahvé es
el único Dios creador de todo lo existente, se vea obligado a ejercer precisamente
con los astros y sobre todo con el sol una función desmitificadora. Es curioso notar
que en Gen 1,16 ni siquiera se nombran el Sol y la Luna –se habla del lucero del día
y del lucero de la noche-, que eran nombres divinos en las culturas vecinas a Israel,
como si se quisiera indicar que no se les necesita para que alumbren, pues la luz no
depende de ellos, sino únicamente de Dios.
2. LA LUZ, UN ASUNTO POLIEU DRICO
2.1. La luz es vida
La luz es un asunto poliédrico porque tiene muchas caras y muchas aristas.
Pero sobre todo es un asunto que va mucho más allá de sus dimensiones científico-
técnicas. Espontáneamente, cuando en nuestras culturas se habla de luz una de sus
referencias fundamentales es la vida. Los que han escapado de las guerras y
barbaries que tienen actualmente lugar en Siria, Irak o Afganistán, cuando llegan a
Europa y, sobre todo, cuando han sido bien acogidos y se encuentran con
posibilidades de vivir, ven la luz.
La luz se identifica con la vida. La película “Tierra”, dirigida por Julio
Medem, comienza con una panorámica en negro del universo, cuando una voz se
dirige al protagonista que está en la tierra y le dice: “vives en la única luz conocida
del universo”. La única luz del universo, en este caso, es el equivalente del único
lugar conocido del universo donde es posible la vida humana. La relación y casi la
identificación entre vida y luz aparece cuando al hecho de nacer, o mejor, de “ser
nacido” se le llama “dar a luz”.
Por su parte, el cuarto evangelio comienza afirmando que todo se hizo por
medio de la Palabra, para precisar inmediatamente: “en la Palabra estaba la vida y
la vida era la luz de los hombres” (Jn 1,4). También en esta dimensión religiosa y
cristiana la vida se identifica con la luz. La luz es una realidad más básica,
fundamental y decisiva que una radiación electromagnética. La relación y casi
identificación de luz y vida se manifiesta en muchas de las aplicaciones de la luz
como radiación: ¿qué sería de la navegación marítima o del tráfico aéreo sin las
luces de posición? Sin luz no podemos orientarnos.
97| La luz por descubrir
Una prueba de la enorme importancia que se atribuye a la luz la tenemos en
el hecho de que ya desde los albores de la humanidad la luz ha sido objeto de
veneración cúltica entre los diversos pueblos primitivos. Se comprende así que los
astros fueran divinizados. Pero especialmente lo fue el sol, cuya actividad
vivificadora en plantas, animales y seres humanos era evidente. Basta recordar el
mito griego del dios solar Helios, hermano de la diosa Selene (la luna), que
atraviesa en su carro el cielo y se ocupa de alumbrar durante el día. Mitos similares
existen entre los indios y los egipcios. Teniendo en cuenta este contexto resulta
lógico que el libro del Génesis, que tiene mucho interés en dejar claro que Yahvé es
el único Dios creador de todo lo existente, se vea obligado a ejercer precisamente
con los astros y sobre todo con el sol una función desmitificadora. Es curioso notar
que en Gen 1,16 ni siquiera se nombran el Sol y la Luna –se habla del lucero del día
y del lucero de la noche-, que eran nombres divinos en las culturas vecinas a Israel,
como si se quisiera indicar que no se les necesita para que alumbren, pues la luz no
depende de ellos, sino únicamente de Dios.
2. LA LUZ, UN ASUNTO POLIEU DRICO
2.1. La luz es vida
La luz es un asunto poliédrico porque tiene muchas caras y muchas aristas.
Pero sobre todo es un asunto que va mucho más allá de sus dimensiones científico-
técnicas. Espontáneamente, cuando en nuestras culturas se habla de luz una de sus
referencias fundamentales es la vida. Los que han escapado de las guerras y
barbaries que tienen actualmente lugar en Siria, Irak o Afganistán, cuando llegan a
Europa y, sobre todo, cuando han sido bien acogidos y se encuentran con
posibilidades de vivir, ven la luz.
La luz se identifica con la vida. La película “Tierra”, dirigida por Julio
Medem, comienza con una panorámica en negro del universo, cuando una voz se
dirige al protagonista que está en la tierra y le dice: “vives en la única luz conocida
del universo”. La única luz del universo, en este caso, es el equivalente del único
lugar conocido del universo donde es posible la vida humana. La relación y casi la
identificación entre vida y luz aparece cuando al hecho de nacer, o mejor, de “ser
nacido” se le llama “dar a luz”.
Por su parte, el cuarto evangelio comienza afirmando que todo se hizo por
medio de la Palabra, para precisar inmediatamente: “en la Palabra estaba la vida y
la vida era la luz de los hombres” (Jn 1,4). También en esta dimensión religiosa y
cristiana la vida se identifica con la luz. La luz es una realidad más básica,
fundamental y decisiva que una radiación electromagnética. La relación y casi
identificación de luz y vida se manifiesta en muchas de las aplicaciones de la luz
como radiación: ¿qué sería de la navegación marítima o del tráfico aéreo sin las
luces de posición? Sin luz no podemos orientarnos.
97| La luz por descubrir