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1. LO HUMANO, CAMINO DE LA LIBERTAD

El Derecho, además de idea, concepto, valor, es una realidad. Y como tal hay
que situarla en el contexto de los fenómenos de nuestro tiempo, algunos como el
cambio social, otros como el “cambio político”, con signos más o menos dramáticos,
según los tonos en que se manifiestan en los pueblos, en las estructuras, en las di-
mensiones múltiples y variadas en la sociedad de nuestro tiempo1. (Hemos dedica-
do alguna atención, en materias concretas, a la fenomenología del cambio social, el
Derecho y la informatización).

La primera pregunta, es discernir de qué manera el vaciamiento, crítica, los
fenómenos de la apoptosis y degenerativo en el orden corpóreo-psíquico, crisis o
asedios conflictivos que se observan a nuestro alrededor – “la pobreza en sabidu-
ría”, que diría King Schneider, en el Informe al Club de Roma, 1991 – afecta al De-
recho. Y la segunda estaría, por el contrario, el reflexionar sobre cómo una “nueva
conciencia jurídica”, pudiera ayudar a reencontrar un camino más seguro, más li-
bre, menos traumático. Este segundo aspecto es el que nos gustaría insistir. Con la
advertencia, y aún la pretensión, de centrar la cuestión en la educación, o si se
quiere en la formación que ensamble una nueva conciencia del Derecho. Creo que
por ahí anda también el tema que Rafael Alvira desenvolvió en la Universidad de
Navarra, sobre “Ética y nuevos valores socio-económicos como elementos desenca-
denantes del proceso de cambio”, en las Jornadas del “Instituto Empresa-
Humanismo”. (Pamplona, 13 mayo de 1996).

Los mismos rasgos distintivos de la situación presente, más allá de la crisis
a la que me referiré luego, convidan a la necesidad de reencontrarnos con las fuen-
tes. La historia de la humanidad – dirá Hegel – es un proceso constante – y en eso
podría resumirse toda ella – en la búsqueda de la libertad. ¿Podrá hacerse excep-
ción a la tesis hegeliana en la situación presente, ante los cambios de conductas,
vacíos ideológicos, sociales, humanos o religiosos? Prefiero desplazar el interro-
gante al que Olegario González de Cardedal se hace al comienzo de su “Ética y Reli-
gión”, (Madrid 1977, pág. 15 y ss.), no solamente por lo que tiene de contemplación
sobre “El hombre o el camino de la Vida” (título de ese apartado 7), sino porque nos
llevará a una concepción, no beligerante ni ideológica, sobre el Derecho mismo:

“¡Qué glorioso es ser hombre cuando vive en hombre verdadero! Pero ¿cuál es
la verdad del ser humano? ¿Cuáles son los caminos que cada día nos llevan
hacia una humanidad humana y cuáles son, por el contrario, los que nos ale-
jan de ella, nos la oscurecen, más aún nos la pervierten y desnaturalizan de-
jándola sin fruto y sin sentido, como una rosa que se arranca con violencia y
se pisa con desdén?”.

A continuación, De Cardedal habla de los tres “suelos nutricios” – al menos,
en el hombre occidental -, en el que han crecido tres valores, más o menos definiti-
vamente adquiridos: 1. “La comprensión racional de toda realidad. (La Filosofía). 2.
El reconocimiento del prójimo como valor absoluto frente a mi libertad (El Derecho).



1 En los Anales de la Real Academia de Doctores de España, 1999, escribimos sobre “Miguel Servet en su esce-
nario histórico-vital (humanismo, renacimiento y reforma”, vol. 3, núm. 1. Años más tarde, para el Congreso
Internacional de Sociología Jurídica, de Oñati, iniciamos el tema de una nueva conciencia del Derecho.


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