An. Real. Acad. Farm. vol 80 nº 2 2014 - page 198

J.M. RiberaCasado
436
dependiendo de factores que van desde la carga genética con la que hemos
aterrizado en estemundo hasta el tipo de vida que lleva o ha llevado cada uno de
nosotros. Son pérdidas que nos convierten de manera progresiva en sujetos mucho
más vulnerables. Facilitan laposibilidadde claudicar en formadeenfermedadode
limitación funcional. Empeoran los pronósticos y las posibilidades de superar con
éxito las enfermedades agudas. Dan pié a un aumento en los procesos crónicos de
los que surgen situaciones de dependencia. También a muertes prematuras ante
provocaciones cada vez menos intensas. Unas pérdidas que no son sólo físicas.
Tienen su correlato en la esfera psicológica y del comportamiento. Se traducen en
un enlentecimiento generalizado físico, del pensamiento y del ánimo. Afectan a la
esfera social, a nuestra situación en el entorno en el que nos movemos. Sin
embargo, son pérdidasmodulables por diferentes vías y que, especialmente en lo
que respecta a estos últimos apartados, admiten numerosos factores correctores
másomenoseficaces.
La pregunta clave en relación con el tema es si esta realidad que asocia
pérdidas y envejecimiento puede resultar por sí misma lesiva para nuestra
dignidad a ojos propios o ajenos. Si representa que nos convertimos en menos
dignos ante losdemásoantenosotrosmismos. La respuesta teóricay contundente
es no. No tiene por qué ser así. La dignidad no es un valor intercambiable con la
belleza, con una capacidad funcional óptima, con la salud o con cualquier otro
parámetro positivo vinculado a la juventud. Podemos encontrar dignidad ante
adversidadesdecualquiernaturaleza, incluidas laseconómicaso las situacionesde
terminalidad. Por qué vamos a cuestionar su existencia en funciónde las pérdidas
derivadas dehaber alcanzadouna edada laque, por otraparte, todos aspiramos y
que, enningún caso, debemodificar los condicionantesmás íntimos de lapersona.
Las posibles indignidades vendrían por otros caminos. Por vías, comportamientos
y actitudes que no están marcadas por la edad y que pueden encontrarse en
cualquier individuo, jovenono.
Sin embargo, según envejecemos es frecuente dejarse ir, renunciar a la
exigencia demantenerse digno en cualquiermomento y circunstancia. Se trata de
una tendencia social, vivida también en el mundo sanitario y que puede arrastrar
al propio individuo. Una geriatra escocesamuy conocida afirma que la entrada en
la categoríadepacientegeriátricovienedadapor el “momentoenel que elmédico
pierde interésporel estadodesaluddesupaciente”.
En el nacimiento de la especialidad de Geriatría subyacenmuchos de estos
conceptos. Quienes concibieron, elaboraron y pusieron en práctica los principios
básicos de lamedicina geriátrica en el Reino Unido durante los años 40 y 50 del
siglo pasado lo hicieron como una forma de rebelión contra el abandono y la
1...,188,189,190,191,192,193,194,195,196,197 199,200,201,202,203,204,205,206,207,208,...216
Powered by FlippingBook