Page 67 - REAL ACADEMIA DE DOCTORES DE ESPAÑA
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CAPIdTULO 9
LA FORMACIÓN DEL SISTEMA SOLAR
Nuestro sol, es probablemente una estrella de tercera generación. La
génesis del Sol no es excepcional, se produjo como la de cualquier otra estrella de
segunda o tercera generación. Hace unos 5.000 millones de años no existía el Sol,
solo había una nube molecular gigante en la Vía Láctea, como otras muchas, y en
un fragmento de ella, se engendraría el Sol. En nuestra galaxia, son muy
abundantes esas nubes moleculares de gas y polvo. Se supone que todas las
estrellas y todos los planetas de la Vía Láctea, se formaron en las nubes
moleculares de nebulosas oscuras.
La propia existencia de la nube dependía de un frágil equilibrio entre la
presión interna y la gravedad. Pero entonces, hace unos 4.700 millones de años,
explotó una estrella vecina en supernova, expulsando su material al espacio, el cual
contenía gran cantidad de elementos químicos, todos hasta el uranio. Unos años
después de la explosión de supernova, cuyo remanente alcanzó a la nube
molecular, se mezcló con ella y alteró su equilibrio.
En un pequeño fragmento de la nube molecular gigante, conocido como
nebulosa protosolar, una nube o disco de acrecimiento, constituido por un gas con
el 98% de hidrógeno y de helio y 2% de elementos pesados procedentes de la
nucleosíntesis y con un polvo formado por silicatos, carbono, hierro, agua
congelada, amoníaco, metano y algunas otras moléculas orgánicas como el
formaldehído, se gestó nuestro sistema solar. Las sondas Voyager 1 y 2,
descubrieron cuando llegaron a los cuatro planetas gigantes de nuestro sistema
solar, unas inmensas y turbulentas burbujas de hidrógeno, helio, amoníaco y
metano, que confirman parte de esa composición.
En la figura 24 se muestra un esquema de la formación del sistema solar.
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LA FORMACIÓN DEL SISTEMA SOLAR
Nuestro sol, es probablemente una estrella de tercera generación. La
génesis del Sol no es excepcional, se produjo como la de cualquier otra estrella de
segunda o tercera generación. Hace unos 5.000 millones de años no existía el Sol,
solo había una nube molecular gigante en la Vía Láctea, como otras muchas, y en
un fragmento de ella, se engendraría el Sol. En nuestra galaxia, son muy
abundantes esas nubes moleculares de gas y polvo. Se supone que todas las
estrellas y todos los planetas de la Vía Láctea, se formaron en las nubes
moleculares de nebulosas oscuras.
La propia existencia de la nube dependía de un frágil equilibrio entre la
presión interna y la gravedad. Pero entonces, hace unos 4.700 millones de años,
explotó una estrella vecina en supernova, expulsando su material al espacio, el cual
contenía gran cantidad de elementos químicos, todos hasta el uranio. Unos años
después de la explosión de supernova, cuyo remanente alcanzó a la nube
molecular, se mezcló con ella y alteró su equilibrio.
En un pequeño fragmento de la nube molecular gigante, conocido como
nebulosa protosolar, una nube o disco de acrecimiento, constituido por un gas con
el 98% de hidrógeno y de helio y 2% de elementos pesados procedentes de la
nucleosíntesis y con un polvo formado por silicatos, carbono, hierro, agua
congelada, amoníaco, metano y algunas otras moléculas orgánicas como el
formaldehído, se gestó nuestro sistema solar. Las sondas Voyager 1 y 2,
descubrieron cuando llegaron a los cuatro planetas gigantes de nuestro sistema
solar, unas inmensas y turbulentas burbujas de hidrógeno, helio, amoníaco y
metano, que confirman parte de esa composición.
En la figura 24 se muestra un esquema de la formación del sistema solar.
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