Page 69 - REAL ACADEMIA DE DOCTORES DE ESPAÑA
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Este proceso, se pudo repetir en otros fragmentos de la nube molecular
gigante, por lo que es muy probable que el Sol naciera formando parte de un
cúmulo de estrellas, y aunque el Sol resultó ser un soltero, en alguna parte de
nuestra galaxia, tengamos estrellas gemelas de nuestro sol, nacidas en el mismo
criadero de la nube gigante, aunque no sabemos donde están. De hecho, se están
empezando a descubrir en la Vía Láctea sistemas solares muy parecidos al nuestro.
Después de unos 100 millones de años, la temperatura y la presión de la
protoestrella aumentaron hasta que empezó a fundirse el hidrógeno, creando la
energía suficiente para contrarrestar la fuerza gravitacional y alcanzar su
equilibrio. Así, nació la nueva estrella: el Sol.
En el disco protoplanetario, la fuerza centrífuga fue distribuyendo en un
plano el escaso material que había quedado, pero del que resultaron los planetas
de un residuo de polvo y rocas de todos los tamaños, que se fueron uniendo por la
fuerza de la gravedad, que los modeló hasta constituir una esfera casi perfecta. La
diferencia entre los planetas, depende solo de la temperatura a la que fueron
creados. Venus, la Tierra y Marte se formaron en una región de temperaturas
intermedias y por eso resultaron planetas rocosos, ya que se condensó el material
más pétreo. Todos los planetas del sistema solar están en el interior de una gran
burbuja creada por el Sol, concretamente por el viento solar que sopla a más de 1
millón de km/h. Esa burbuja se denomina helioesfera. En el exterior está el espacio
interestelar, en el interior las partículas que proyecta el Sol. La influencia
gravitacional del Sol se ejerce hasta 100.000 veces la distancia de la Tierra al Sol.
Pero, el modelo de la nebulosa solar que acabamos de ver, tiene un
problema asociado con la conservación del momento angular, que supone, entre
otras cuestiones, que Urano y Neptuno están en el lugar orbital equivocado. Una
nueva teoría, nos explica ahora, que los planetas solares se crearon en distintas
órbitas, pero que se movieron después. Unos emigraron, otros chocaron entre sí o
cambiaron de orden.
Júpiter y Saturno se atraían cada vez que sus órbitas se acercaban, pero las
fuerzas gravitacionales se anulaban. Pero cuando Júpiter giró alrededor del Sol al
doble de la velocidad de Saturno, se produjo la denominada “resonancia de dos
Capítulo 9: La formación del Sistema Solar|69
gigante, por lo que es muy probable que el Sol naciera formando parte de un
cúmulo de estrellas, y aunque el Sol resultó ser un soltero, en alguna parte de
nuestra galaxia, tengamos estrellas gemelas de nuestro sol, nacidas en el mismo
criadero de la nube gigante, aunque no sabemos donde están. De hecho, se están
empezando a descubrir en la Vía Láctea sistemas solares muy parecidos al nuestro.
Después de unos 100 millones de años, la temperatura y la presión de la
protoestrella aumentaron hasta que empezó a fundirse el hidrógeno, creando la
energía suficiente para contrarrestar la fuerza gravitacional y alcanzar su
equilibrio. Así, nació la nueva estrella: el Sol.
En el disco protoplanetario, la fuerza centrífuga fue distribuyendo en un
plano el escaso material que había quedado, pero del que resultaron los planetas
de un residuo de polvo y rocas de todos los tamaños, que se fueron uniendo por la
fuerza de la gravedad, que los modeló hasta constituir una esfera casi perfecta. La
diferencia entre los planetas, depende solo de la temperatura a la que fueron
creados. Venus, la Tierra y Marte se formaron en una región de temperaturas
intermedias y por eso resultaron planetas rocosos, ya que se condensó el material
más pétreo. Todos los planetas del sistema solar están en el interior de una gran
burbuja creada por el Sol, concretamente por el viento solar que sopla a más de 1
millón de km/h. Esa burbuja se denomina helioesfera. En el exterior está el espacio
interestelar, en el interior las partículas que proyecta el Sol. La influencia
gravitacional del Sol se ejerce hasta 100.000 veces la distancia de la Tierra al Sol.
Pero, el modelo de la nebulosa solar que acabamos de ver, tiene un
problema asociado con la conservación del momento angular, que supone, entre
otras cuestiones, que Urano y Neptuno están en el lugar orbital equivocado. Una
nueva teoría, nos explica ahora, que los planetas solares se crearon en distintas
órbitas, pero que se movieron después. Unos emigraron, otros chocaron entre sí o
cambiaron de orden.
Júpiter y Saturno se atraían cada vez que sus órbitas se acercaban, pero las
fuerzas gravitacionales se anulaban. Pero cuando Júpiter giró alrededor del Sol al
doble de la velocidad de Saturno, se produjo la denominada “resonancia de dos
Capítulo 9: La formación del Sistema Solar|69