Page 143 - Medicamentos fantásticos
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Plinio238, menciona cierto mejunje llamado “sapo” realizado en las
Galias a base de sebo de cabra y ceniza de hayas, empleado por los
hombres para teñirse el pelo.

Aunque no fue muy empleado en la antigüedad, sí durante el siglo
XIX, contra la tuberculosis y en medicina popular. Su fruto, llamado fabuco,
se utilizó para obtener un aceite vagamente medicinal, luego derivado
hacia usos domésticos.

Laureles

Don Miguel de Cervantes, en el Quijote239, al hablar del éxito de los Figura 104. Laurel, Ioanne
poetas, dice refiriéndose al laurel: LONICERO, Pedanii Dioscoridis
Anazarbei, op., cit.
“los honran, los estiman y los enriquecen con las hojas del árbol a
quien no ofende el rayo”.

Se muestra acorde con Plinio.

Andrés Laguna240 nos cuenta como se coronaban con sus hojas a los
emperadores y a los generales invictos. Dice:

“Todos los escritores confirman, que el laurel jamás fue, ni puede ser,
sacudido de rayo: por nuestros días el año de 1539, aquí en Roma se vio la
contraria experiencia, quando en el Palacio del Duque de Castro, cayó un
impetuosísimo rayo quebrando un muy hermoso laurel, que aún hoy en día se
ve herido y despedazado: lo cual por cierto se tuvo por muy infeliz agüero del
desastrado fin que después tuvo el Duque en Plasencia, el cual estaba no
menos asegurado que su laurel poco antes de que le asaltasen. Así que a la
ira de Dios (como dicen las viejas) no hay caja fuerte ni se halla cosa tan
eficaz que baste a defendernos de los juicios fatales”.

238 PLINIO, Historia natural, Madrid: Cátedra, 2002, pág. 528-529, Libro 28 cap. LI, 191.
239 Miguel de CERVANTES, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1547-1616) tomo II,
cap. 16.
240 Andrés LAGUNA, Pedacio DIOSCÓRIDES, Materia médica op., cit., libr. I, cap. LXXXVI.

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