Page 14 - Medicamentos fantásticos
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(1845-1915)- capaz de acabar con el parásito sin hacer daño, o limitando
los problemas, en el cuerpo humano. Se tendrán elementos para
desinfectar los lugares de microbios; se luchará contra los vectores de
transmisión y se seguirá con la asepsia, impuesta por Joseph Lister (1827-
1912), en las operaciones quirúrgicas. Claude Bernard (1813-1878)
convertirá la antigua materia médica en auténtica farmacología
experimental, y una pléyade de farmacéuticos investigadores descubrirán
los auténticos principios activos de las plantas, empleadas secularmente
como fármacos: los alcaloides y los glucósidos10.
Un proceso de cambio en el paradigma científico tan prolongado no
nos permite seguir, ahora, con la idea de las revoluciones científicas,
propugnada por Thomas S. Kuhn11 (1922-1966) y sus seguidores, máxime
cuando durante el Renacimiento se produjo un profundo meandro
mediante la obra de Marsilio Ficino (1433-1499), que reverdecía un
pensamiento simbólico-mágico intemporal, muy influyente en la
terapéutica a través, entre otros, de Cornelio Agripa (1486-1535) y
Paracelso (1493-1541).
Pese a los descubrimientos someramente enunciados, algunos de
los medicamentos tradicionales, los llamados por mí mágicos en sentido
amplio, seguirán en los libros oficiales de prescripción y dispensación, en
los anaqueles de las boticas y a la cabecera de los enfermos; incluso
aparecerán nuevos sistemas, como la homeopatía o el mesmerismo, más
relacionados con los criterios simpático-mágicos propios de la ciencia
antigua que con la moderna terapéutica.
10 Estos temas se desarrollan con amplitud por Hugh KEARNEY, Orígenes de la ciencia
moderna, Madrid: Guadarrama, 1970; René TATON, Historia general de las ciencias, Madrid:
Orbis, 1988 o José María LÓPEZ PIÑERO, La Medicina en la Historia, Madrid: La Esfera de los
Libros, 2002.
11 Thomas S. KUHN, The estructure of scientific revolutions, Chicago: University of Chicago
Press, 1970.
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los problemas, en el cuerpo humano. Se tendrán elementos para
desinfectar los lugares de microbios; se luchará contra los vectores de
transmisión y se seguirá con la asepsia, impuesta por Joseph Lister (1827-
1912), en las operaciones quirúrgicas. Claude Bernard (1813-1878)
convertirá la antigua materia médica en auténtica farmacología
experimental, y una pléyade de farmacéuticos investigadores descubrirán
los auténticos principios activos de las plantas, empleadas secularmente
como fármacos: los alcaloides y los glucósidos10.
Un proceso de cambio en el paradigma científico tan prolongado no
nos permite seguir, ahora, con la idea de las revoluciones científicas,
propugnada por Thomas S. Kuhn11 (1922-1966) y sus seguidores, máxime
cuando durante el Renacimiento se produjo un profundo meandro
mediante la obra de Marsilio Ficino (1433-1499), que reverdecía un
pensamiento simbólico-mágico intemporal, muy influyente en la
terapéutica a través, entre otros, de Cornelio Agripa (1486-1535) y
Paracelso (1493-1541).
Pese a los descubrimientos someramente enunciados, algunos de
los medicamentos tradicionales, los llamados por mí mágicos en sentido
amplio, seguirán en los libros oficiales de prescripción y dispensación, en
los anaqueles de las boticas y a la cabecera de los enfermos; incluso
aparecerán nuevos sistemas, como la homeopatía o el mesmerismo, más
relacionados con los criterios simpático-mágicos propios de la ciencia
antigua que con la moderna terapéutica.
10 Estos temas se desarrollan con amplitud por Hugh KEARNEY, Orígenes de la ciencia
moderna, Madrid: Guadarrama, 1970; René TATON, Historia general de las ciencias, Madrid:
Orbis, 1988 o José María LÓPEZ PIÑERO, La Medicina en la Historia, Madrid: La Esfera de los
Libros, 2002.
11 Thomas S. KUHN, The estructure of scientific revolutions, Chicago: University of Chicago
Press, 1970.
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