Segundo Curso Avanzado sobre Obesidad - page 122

122|Javier Puerto
digestión alimenticia, en lugar de sangre se ha producido agua. El exceso de peso
es considerado debido a la acumulación, o bien de agua, o bien de flema. Por eso,
muchos médicos primitivos no diferencian entre la gordura y la hidropesía.
2.2. Primitiva terapéutica de la obesidad
Esta lógica anatomo-­‐fisiológica lleva a tratar la obesidad como el resto de
las enfermedades: por medio de la expulsión de humores. En éste caso se trata de
buscar purgantes para la flema o el agua o, en ocasiones, hacer incisiones en el
vientre de los obesos para purgarles directamente –aunque ese método tuvo muy
poco recorrido histórico por lo mortal del mismo-­‐.
Durante muchos siglos ser humano enfermo equivalía a ser humano
purgado y sangrado. Lo cual se puede ampliar a los obesos: las purgas y las
sangrías serían las más habituales formas de tratarlos.
Podría resultar complejo analizar los textos hasta descubrir cuales simples
medicamentosos empleaban para purgar esos humores. Es más sencillo dejar
correr el tiempo y acudir al galenismo arabizado que, con su empeño sintetizador
de la obra anterior, nos da el trabajo hecho.
Entre el siglo X y el XI, en el Califato de Oriente, destaca Avicena. Entre sus
obras destaca la Urguza, traducida por Gerardo de Cremona, en el siglo XII, como
Canticum o Cántico o Poema de la Medicina. Allí nos encontramos, de manera
resumida, cuanto los médicos galenistas islámicos precisaban para la terapéutica.
En su obra cumbre, Canon de la Medicina relaciona la obesidad con
problemas en la movilidad, en la respiración, la muerte súbita, la infertilidad y la
falta de libido. Para tratarla aconseja la disminución de la ingesta, el aumento del
ejercicio y los baños.
Si preferimos hacernos una idea a partir de un autor afincado en España, en
el Califato de Occidente, en el Toledo del siglo XI nos encontramos con Ibn Wafid, el
Abenguafith de Gerardo de Cremona, quien plantó un jardín botánico en la Huerta
del Rey de esa localidad y escribió el texto titulado: Libro de los medicamentos
simples. En él nos encontramos que para librarse de la flema empleaban, entre
otros, agárico, asa fétida, ásaro, cártamo, bedelio, bórax, centaurea, euforbia, escila,
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