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INTRODUCCIOd N

Como profesor de química general e inorgánica, he tenido que explicar a
mis alumnos los elementos químicos y para ello tuve que aprender a manejar la
tabla periódica. Desde el primer momento en que lo hice, hace ya casi 40 años, me
fascinó la simplicidad, orden y armonía con la que se clasifican los elementos
químicos en ella. Simplemente se ordenan por su número atómico, y al hacerlo así,
se encuentra una consonancia entre todos ellos, de tal manera, que se pueden
establecer una serie de propiedades periódicas que varían homogéneamente
según nos desplazamos por los periodos y grupos de la tabla periódica. Pero, es
que además, las propiedades químicas de los elementos de cada uno de los grupos
representativos, situados a la izquierda y derecha de la tabla periódica, resultan
razonablemente semejantes y las de los elementos de transición, situados en el
centro de ella, tienen propiedades similares.

Entonces, me interesé por otra cuestión: ¿cómo llegaron a la Tierra estos
elementos? Me encontré con que eran 90 los elementos naturales. Pero, había más
elementos en la tabla perió dica. Sé que los elementos naturales, son fabricados en
las estrellas mediante un proceso denominado nucleosıń tesis; ası ́ que el resto los
fabricamos nosotros, hasta los 118 conocidos actualmente. Por tanto, el ser
humano, también es capaz de crear elementos químicos.

Bien, pero resulta que las estrellas fabrican elementos desde el hidrógeno
hasta el uranio, y esos son 92, ya que el uranio tiene ese número atómico (Z).
Sorpresa, me sobran 2. Así, que no solo podemos sintetizar elementos más allá del
uranio, sino que también somos capaces de rellenar dos huecos en la tabla
periódica, con el tecnecio (Z=43) y el promecio (Z=61). ¡Estamos capacitados para
crear elementos que no existen fuera de nuestro planeta! Eso sí, todos los que
obtenemos son radiactivos y algunos solo duran segundos o incluso milisegundos.

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