Segundo Curso Avanzado sobre Obesidad - page 79

Importancia de la dieta en la obesidad |79
La ingesta de alimentos. Modificación del comportamiento alimentario.
Nuestra existencia depende netamente de la disponibilidad de nutrientes y
energía. Por tanto, multitud de procesos reguladores participan en la homeostasis
energética, es decir en que la ingesta de energía iguale en términos didácticos al
gasto energético. Los procesos que controlan la ingesta de alimento tanto en
cantidad como en calidad dependen de señales internas y factores ambientales
entre los que se incluyen hábitos sociales, características organolépticas, seguridad
generacional de su consumo, etc. (Figura 1). No es difícil deducir que las causas de
una ingesta energética excesiva pueden obedecer a alteraciones en los mecanismos
que tanto a corto como a largo plazo controlan la ingesta de alimentos, tanto a
nivel biológico como psicológico y conductual.
La regulación a corto plazo implica una serie de factores encargados de
determinar el inicio y el fin de una comida. La propia comida a través de sus
características organolépticas (color, olor, aspecto), como de los aspectos
socioculturales que implica (hora a la que se ingiere, en solitario, en compañía,
conocimiento previo de ella, seguridad aceptada, aspectos “religiosos”, etc.)
condiciona el inicio, la duración de la misma y su finalización. Endógenamente
existen indicadores de hambre o saciedad que controlan la ingesta. Son muy
complejas y dependen de la integración de información procedente del sistema
gastrointestinal, los nutrientes circulantes, los depósitos de grasa y glucógeno, el
metabolismo celular, el sistema nervioso autónomo y el sistema nervioso central.
Lógicamente las señales que parten de nuestros sentidos son condicionantes muy
potentes del comportamiento alimentario. Disponemos de multitud de receptores
(gustativos, olfativos, visuales, de temperatura, volumen, osmóticos, etc.) que
desgranan la información sensorial relacionada con el alimento y con el acto de
comer, y así mismo con las interacciones entre comida y consumidores.
Se han descrito multitud de neuropéptidos gástricos e intestinales que
participan en el control de la ingesta (p. ej. ghrelina, gastrina, colecistoquinina
(CCK), Apo A-­‐IV, GLP-­‐1, péptido tirosina-­‐tirosina (PYY), péptidos relacionados con
la bombesina, obestatina, etc.), así como en la producción de leptina por el
estómago, lo que implicaría la regulación aguda del comportamiento alimentario
por dicha hormona (ver texto Figura 2). El hipotálamo mediante sus centros (p. ej.
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