An. Real. Acad. Farm. vol 80 nº 4 2014 - page 100

J. R. Lacadena, F. J. Rubia, J. Pintor
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Pero antes de entrar en detalle sobre estos descubrimientos permítanme
remontarme un poco en el tiempo.
Desde el punto de vista del sistema nervioso podría decirse que “en el
principio era la acción”. Esto quiere decir que sólo organismos que se mueven
poseen un sistema nervioso.
Como ejemplo que corrobora esta afirmación tenemos a las ascidias, un
género de tunicados que pertenecen al subfilo Urochordata (Figura 4). Estos
animales, en su estado larvario, poseen una notocorda (Figura 5), que induce a la
ectodermis a formar el sistema nervioso central. Pero cuando se hacen sésiles,
cuando se fijan a las rocas, y por tanto dejan de moverse, las ascidias reabsorben
estos rudimentos de sistema nervioso central. Precisamente por ello han sido
comparadas con algunos profesores cuando consiguen un puesto fijo.
Figura 4.-Ascidias, subfilo Urochordata.
Por tanto, animales que se mueven tienen un sistema nervioso y este
sistema nervioso tiene que hacer posible, para que puedan moverse en un entorno,
la orientación en ese espacio. Un espacio en el que vivimos, en el que nos
movemos, que exploramos y que defendemos.
En los animales de experimentación que solemos utilizar, generalmente
mamíferos, dos estructuras permiten la orientación en el espacio: la corteza
posterior del lóbulo parietal y el hipocampo.
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